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Juanjo había pasado los dos últimos meses en Magallón con su familia y amigos, su primer año de carrera había sido largo y merecía recargar las pilas. Hacía una semana que el magallonero había vuelto a Madrid para pasar lo que restaba de verano con sus amigos de la capital y en cierta parte, para no dejar el piso solo, por si acaso. Tenía que estar sano y salvo o sino la agencia de estudiantes en la que estaba lo mataba. Y más ahora que iba a tener un compañero, tenía que causar buena impresión porque si se quejaban de él, podrían quitarle la beca y sus padres tendrían que pagarle un piso nuevo y mucho más caro. Así que tenía que aprovechar que la agencia le ayudaba bastante.

Pleno julio y el calor infernal inundaba toda la habitación. Se levantó del sofá mientras se limpiaba el sudor de la frente y caminó hasta la nevera sacando una lata de cerveza de esta. Lo que le gustaba una buena cerveza no estaba escrito. Volvió a sentarse en el sofá mientras veía tiktok. Escuchó un golpe seco en la puerta, pero no era como si alguien hubiese llamado, más bien había sonado como si algo se hubiera chocado contra ella. Dudó en abrir unos momentos hasta que se levantó del sofá de mala gana y caminó hasta la puerta, abriéndola y haciendo que una maleta cayera a sus pies.

–Lo siento. Iba a llamar a la puerta pero se me habían caído las cosas y estaba recogiéndolas– Martin sentía como el calor viajaba hasta sus mejillas y sonrió avergonzado. Dejó la caja que llevaba en las manos en el suelo y se sacudió la ropa. Miró al chico frente a él por primera vez, era alto, moreno y tenía los ojos marrones. El tío era bastante guapo... ¿pero qué estás diciendo Martin?

Juanjo observó al chico. Era unos centímetros más bajo que él, tenía el pelo castaño hacia arriba y lo más característico de todo, un bigote enorme que le hacía parecer uno de esos polis de las películas o algo así. Intentó aguantarse la risa.

–Soy Martin– el vasco extendió la mano sonriente y Juanjo se la estrechó.

–Así que eres mi nuevo compañero de piso– inquirió el más alto soltándose rápidamente del agarre. Martin asintió. –Yo soy...–

–Juanjo– el chico alzó una ceja y lo miró serio haciendo que el vasco se arrepintiera al instante. –Lo siento, lo sé por cuando hablamos para acordar lo del piso hace unos meses, no sé si te acuerdas– dijo rascándose la nuca algo incómodo.

–Ah, sí, sí. Me acuerdo que hablamos por instagram–

Era cierto. Hace unos meses le habían informado a Juanjo de que tendría un compañero de piso. El programa es algo así como una residencia de estudiantes por lo que le facilitaron a Martin el contacto de Juanjo ofreciéndoles la oportunidad de conocerse más antes de que convicieran juntos. Martin no dudó ni un momento en escribirle por instagram pero Juanjo se pasó el protocolo por el foro de los cojones y no puso interés en conocer mucho a Martin, quitando algunas preguntas que le hizo el magallonero para asegurarse de que no le habían asignado como compañero a un asesino, a un secuestrador, a un ladrón o algo parecido. Igual había sido un poco hijo de puta al no haberle puesto ni una pizca de esfuerzo en socializar con el vasco meses atrás.

El silencio incómodo reinaba en el ambiente hasta que Juanjo decidió romper el hielo.

–¿Te ayudo con tus cosas?– le dió una rápida mirada a todas las cajas y maletas que había esparcidas por el suelo.

–Eehh, si no te importa, sí– dijo Martin cogiendo una caja

–Qué va, no te rayes– Juanjo se agachó y cogió la maleta que había caído a sus pies al abrir la puerta hace un rato pasándola al apartamento mientras su nuevo compañero pasaba detrás. Admiró el piso y sonrió ampliamente mientras abrazaba la caja. Juanjo se apoyó en la pared y miró orgulloso al chico.

–Qué, ¿te gusta?– Martin asintió emocionado dejando la caja en el suelo y saliendo detrás de Juanjo para seguir pasando cosas.

Cuando terminaron de pasar las pertenencias de Martin al piso, ambos chicos se sentaron en el sofá y comenzaron a hablar.

–Bueno Martín, ¿qué estudias?– preguntó Juanjo dándole un trago a su lata de cerveza que ya estaba medio caliente. Martin puso una mala cara y Juanjo se dió cuenta. –Ah perdona, quieres una, ¿no?– dijo el chico señalando la lata, Martin negó.

–No es eso– dijo el vasco cruzándose de brazos y Juanjo lo miro extrañado. –Me llamo Martin, no Martín. Es sin tilde–

–Qué nombre más raro– contestó dándole otro trago a la lata y haciendo que Martin le mirase ofendido.

–Oye que mi nombre es precioso, estás tú para hablar– ahora el ofendido era Juanjo. ¿Qué había de malo en llamarse Juan José? Si su apodo era la polla.

–Que es broma hombre– después de debatir qué nombre era mejor llegaron al acuerdo de que los dos molaban.

–Entonces, ¿qué estudias?– preguntó con curiosidad

–He acabado el bachillerato de artes y ahora voy a empezar un grado de artes escénicas– Juanjo asintió interesado –¿Y tú?–

–Yo estoy estudiando la carrera de ingeniería naval, en septiembre empiezo mi segundo año–

Y así la conversación se fue volviendo más extensa y estuvieron como una hora hablando. El móvil de Juanjo sonó y el nombre del chat de sus amigos iluminó la pantalla de su móvil, miró la hora, las 6 de la tarde.

–Joder, qué tarde– dijo levantándose del sofá. –He quedado con unos amigos, te veo luego–

–Gracias por ayudarme con las cajas– dijo Martin levantándose del sofá

–Nada, cuando quieras me invitas a unas cañas y estamos en paz– el chico soltó una carcajada y tras despedirse, Juanjo salió del apartamento y Martin aprovechó para deshacer las maletas y guardar sus cosas.

promesa - juantinWhere stories live. Discover now