¢apitulo dos 🎀

15 2 2
                                    

¿Solo quiere enojarme?

—Personas con las cuáles tengamos más cosas en común, ya sabes.

Quería darle más crédito a elegir a otro vecino para esté concurso.

No— zanjo, cruzándose de brazos.

Uno no, algo tan simple y tan complicado en estos momentos como un no, cuándo lo buscado era lo mejor para ambos: no hacer esto juntos.

—¿Sabés que si dejaras de ser tan terca podríamos llegar a tener una linda amistad?— movió sus cejas con diversión.

—¿Y sabías que si dejaras de molestar tanto podríamos al menos saludarnos?— respondí con ironía.

Escuché un leve suspiro por parte de él.

—Ya. ¿A qué hora nos juntamos?

No había forma de liberarme de él, eso estaba seguro.

—A las 7, supongo— mencioné con lastimoso pesar.

—¿Acaso no tienes planes en la noche? Es sábado— preguntó.

Tuvo un enconjimiento de hombros por mi parte sin recordar que los días habían pasado tan rápido y la semana estaba acabando.

—Apenas me entero que es sábado—masculle en un leve susurro para mí—. ¿A qué hora puedes?

—Ademas de terca, perdida. Increíble.

—Vas a seguir listando que cosas tengo de negativas o...

—A las 7— me cortó— necesito ver cómo dirás «te invito café» ya sabés, de noche.

Había imitado mi voz en cierta parte y eso solo lograba irritarme nuevamente.

—De verdad que caes muy mal.

Me di la vuelta y me fuí dando tremendas sanjadas con mis pantuflas y justo cuando creí que por fin la paz regresaría a mi cuerpo, me quedé parada antes de abrir la puerta.

—Lindos cerditos.

«no voltees, no voltees» obviamente que voltee y lo encontré observando mis pantuflas con mucha gracia. Sentía en cualquier momento se iría a partir de la risa.

Le dedique una mirada asesina para lo que solo sonreía.

—Son sexys— me guiña.

Estaba por decirle muchas groserías, pero ninguna salía de mi boca. Se dió la vuelta y se dirigió a su casa como si nada.

Le gustaba tanto hacerme enfadar.

Por supuesto que me malogro la mañana, pues después de esa «esquicita charla» no logré pegar nuevamente el ojo, así que decidí ponerme a arreglar y lavar los servicios que estaban sucios del día anterior. Llegué muy tarde del restaurante y no logré lavarlos. Así es, trabajo en el restaurante de mi tío; quien para mí era mi padre. Me crío desde los 10 años, cuándo mi madre murió y mi padre... Ni siquiera sabía quién era esa persona.

Mi tío me enseñó la vocación de la cocina, por ende la carrera que escogí fue: chef. Me faltaba un año para culminar los estudios y estaba en mi año de investigación. En dónde buscas el lugar para realizar tus prácticas, claro que yo tenía pensado uno perfecto junto a mi querido tío.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 04 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Guerra navideña (Proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora