Capítulo 28. «Influencias divinas»

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-No te estoy pidiendo nada -respondió Piperina, seria-. Es solo que siento que me acabo de unir a una especie de secta. He visto mucho, y lo puedo procesar, porque, al fin y al cabo, soy una diosa. Sin embargo, no veo más que divisiones y subdivisiones, muchas clases y repeticiones de lo mismo, un...

-Caos -interrumpió Seth-. Al final eso es lo único que hay.

Aquello era contradictorio. Habiendo un padre de todo, Piperina habría pensado que él se encargaba de crear un orden, de poner todo en su lugar. Aunque estuvo apunto de mencionarlo, prefirió no decir nada, sino que cambió de tema, diciendo:

-Claro que tengo de que preocuparme. El mundo que conozco está apunto de ser destruido. Me pregunto, entonces, ¿Habrá otra forma de hacer las cosas, que no implique simplemente destrucción?

-No. El ciclo es perfecto, y las decisiones del padre de todo son perfectas también -respondió Seth, sin dejar de lado su tono juguetón. Piperina frunció el ceño, él agregó-. Es natural que le busques una solución a las cosas. Probablemente la consigas. Sin embargo, déjame decirte que la respuesta no siempre está donde crees que estará. Y los poderes, aunque están ligados a alguien en particular, no son solamente de esa persona. Te puedo poner mi ejemplo. Soy el dios de los sueños, pero en este mundo todos influyen. Con que sueñes, puedes crear lo que tú quieras, al menos en mi realidad. Los sueños hacen más y más grande todo esto que manejo. Y me hacen también más poderoso. Siendo así, dependo de los demás tanto como ellos dependen de mí, de que yo exista para darles un lugar al que ir a depositar sus sueños, maldiciones, e ideas.

-¿Maldiciones? -preguntó Piperina, con renovada curiosidad. Seth chasqueó los dedos y, de pronto, ya no estaban en aquel cuarto tan tranquilo. Estaban en medio de la nada, en algo parecido a un valle.

En realidad era bonito. Ahí, una niña jugaba. Otro niño, cercano a ella, reía y se movía junto a ella. Saltaban pequeños arroyos, sorteaban las piedras más resbaladizas, y se mojaban los pies de vez en cuando. Entonces, el niño cayó, y hubo un cambio brusco en el ambiente. La niña corrió, y justo cuando puso sus ojos en la sangre, todo cambió. Ella, Seth y Piperina, fueron trasladados de un lugar al otro tan fácil como un parpadear.

-Las pesadillas -murmuró.

-Un lugar muy peligroso, si me lo preguntas -musitó Seth-. Pero bueno, no existe luz sin oscuridad, ni caos sin orden.

Piperina tragó hondo. El lugar tenía un aura muy pesada, las voces lejanas parecían entrar en tú mente, a modo de susurros, y de ellas surgían las ideas, las malas, que te sumían por completo en la oscuridad. No había escuchado nunca que alguien se quedara por completo en sus pesadillas, pero sí sabia de personas que llevaban meses sin dormir bien, así hasta su inevitable final.

Traumas de guerra, muerte, y devastación. Sin embargo, no fue solo eso lo que llamó su atención. Fue entonces cuando entendió el punto de Seth. Y lo manifestó, diciendo:

-Un lugar tan poderoso, y al mismo tiempo, frágil, dependiente de quienes puede llegar a manejar.

-Justamente -respondió él-. Cómo todos los elegidos, has entendido bien, y rápido. Ahora puedes irte.

Piperina frunció el ceño.

-Creo que sé lo que tengo que hacer, pero aún no entiendo algo. ¿Qué es lo que te mantiene tan al pendiente de mí?

Seth sonrió. Chasqueó los dedos de nuevo, y pronto estuvieron de nuevo en el cuarto blanco.

-Ser tan poderoso aburre. Años y años de lo mismo. Tener tanto poder como para ser muchas cosas al mismo tiempo, más no hacer nada de provecho en ninguna de las versiones. Así es como nos convertimos en dioses chismosos y metiches, buscando algo con lo que entretenernos.

Piperina rodó los ojos. Aún así, contestó:

-Sea por lo que sea, igualmente, gracias.

Entonces, tan fácil como él lo había hecho, ella chasqueó los dedos, y se fue.

-Aprende rápido, me gustan de esas -se dijo Seth para sí mismo. Con una sonrisa, se volvió a echar en el sillón de poder que yacía en aquel cuarto, acto seguido, gritó-: ¡Siguiente!

🌙🌙🌙

Skrain estaba furioso. No saber las cosas lo ponía nervioso, y los nervios lo enojaban. Era un cúmulo de emociones que, aunque en cierto modo podía controlar, también resultaban un tanto rebeldes y difíciles de entender. Cómo Dios, podía controlarse a sí mismo con mucha mejor claridad, más eso no quería decir que la vida también pudiera ser controlada como el quisiera.

-Irán bien las cosas -murmuró Adaliah, como si estuviera tratando de convencerse de aquello-. Me siento estúpida por no darme cuenta antes, pero Piperina siempre ha sido la más poderosa de entre nosotros. Desde que nació había más que simple carácter en su personalidad. Era fuerte. Muy fuerte. Brillaba y se veía más viva que todas nosotras. Siempre envidié que no tuviera responsabilidades, más también estaba tranquila de que no le dieran poder a ella, porque sabía que si lo intentaba, lograría superarme.

Skrain sonrió. Había escuchado que Adaliah había sido una persona fría y cruel anteriormente, y lo había alcanzado a ver, levemente, más nunca tan de cerca. Le resultaba increíble saber que había cambiado tanto.

-No sabía que sueles balbucear cuando estás nerviosa -fue lo que le contestó. Ella sonrió. Tenían una confianza tácita entre ellos, y que dijera eso significaba que las cosas, irremediablemente, tendrían que ir bien-. Ven.

Adaliah parpadeó rápidamente, confundida. Skrain extendió los brazos, ella entendió enseguida lo que él había querido decir, y se dejó consolar, acercándose para abrazarlo.

-¡He vuelto! -exclamó Piperina, sonriente. Por un momento se sorprendió al ver lo que estaba frente a ella, sin embargo, lo entendió casi enseguida basándose en los acontecimientos recientes. Se les notaba más unidos después de haberse ido con Raniya, y, aunque no sabía casi nada, si tenía una idea de que habían pasado algunas pruebas porque ella quería ponerlos en su ejército.

Ellos se separaron bruscamente. Piperina ignoró lo anterior, y, antes de que pudieran decir algo, ella completó sus palabras, diciendo:

-Cuídala mucho Skrain, por favor. Pero antes, acércate mí.

Skrain la miró lleno de curiosidad. Piperina ya entendía más sobre el poder, y simplemente quería saber hasta qué punto había llegado la divinidad de Skrain. Frunciendo el ceño, tomó su muñeca, y dijo:

-No te falta mucho. Pero siento que algo está deteniendo las cosas. Es... la gente. En casa las cosas no van muy bien. No todos creen en Zedric, el mundo es un caos. Tenemos que regresar.

-Pero... -Adaliah exhaló, hondo-, ¿Y Raniya?

-Irán con ella. Le dirán que los gigantes son poderosos y que estamos enfrentando algo más grande que una simple guerra interna. Esperaré su respuesta en casa, explícale que, cuando esté lista, mande una señal regresando a nuestro sobrino. De lo contrario, destruiré todo.

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⏰ Last updated: Feb 09 ⏰

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Murmullos de SkrainWhere stories live. Discover now