Capítulo 24: Lo que pudo haber sido y lo que es

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—¿El futuro no te ha dado una pista?

—Nada.

Más de una vez, incluso antes de año nuevo, había intentado hacer trampa fingiendo decisión y buscar en la bola de cristal una respuesta a la pregunta que hacía años rondaba por su cabeza. Nunca la vio, por lo que interpretaba que no era el momento. Estaba segura que si lo intentaba otra vez, no obtendría nada ni siquiera ahora que se le terminaba el tiempo.

—Si me permites un consejo —La abuela tanteaba su receptividad mientras hablaba—, creo que es mejor que digas lo que tienes que decir antes de evadir la situación.

—Evadir es considerablemente más fácil.

—¿Helena también hace eso?

Alexia abrió los ojos como platos. La abuela la observaba con su tranquilidad habitual. En su rostro no había ni una gota de sorpresa o enfado. A Alexia le pareció que Halia lo sabía, que podía ver a través de ella y podía verlo todo. Se preguntó cuánto hacía que sabía que estaba viendo a Helena y por qué la había encubierto todo ese tiempo.

Alexia suspiró.

—No... no sé. Nunca puedo... hablar en serio sobre eso. Todas las veces que quise decirle algo, no pude sacar las palabras de mi boca y después hasta me olvidé lo que había ensayado todas las veces que imaginé ese momento.

—Te enredas demasiado —dijo la abuela y Alexia supo que no entendía cómo se sentía—. Trata de calmarte y de ser fiel a lo que sientes. Díle que la amas antes de que sea tarde. Eso es todo lo que tienes que hacer. —Hizo una pausa como si dudara de agregar algo. Al final dijo—: Yo me lo guardé, perdí el tiempo con palabras vanas y me quedé para mí lo importante. No hay nada que lamente más. —Por un momento pareció que había terminado, pero tomó aire y continuó—. Todos los días me pregunto si eso lo hubiese hecho feliz, al menos por un rato. Todos los días permanezco anclada en lo que pudo haber sido, no hay otra cosa para mí.

Alexia volvió a suspirar. Sentía que tenía que hacerlo después de escuchar el final de cada oración para liberarse del peso invisible que le aplastaba el pecho.

—Es que, cada vez que lo pienso seriamente, tengo pánico y ni siquiera estoy del todo segura del por qué. Temo por igual que me rechace, o que todo marche tan bien que sea justo como en mis sueños, tan perfecto que no logre soportar la idea de perder lo único bueno que habré conseguido en mi vida. ¿Cómo podría vivir con cualquiera de esas dos opciones? No podría seguir, si ella rompiera el último pedacito de mi corazón que se las arregló para mantenerse intacto hasta ahora. Pero... que me ame y que eso muera junto a mí tan pronto es... es... insoportable. —«Insoportable» no llegaba a describir lo que le sucedía, pero no conocía ninguna palabra que precisara el ahogo que sentía cada vez que pensaba en que podría ser real, que ella podría ser feliz si todo fuese diferente—. Pienso que si no hago nada puedo quedarme, al menos, con la posibilidad de que me quiera tanto como yo... —Se le fue la voz antes de terminar la frase. Era mejor así.

—Eso puede parecerte conveniente para tí, pero ¿de qué le servirá a ella? —le echó una ojeada melancólica al abuelo—. Permítete ser un poquito feliz, aunque sea por un instante breve. Vas a arrepentirte de ser cobarde cuando ya no te quede ninguna oportunidad de decirle lo que sientes. Te preocupas demasiado por tu muerte, tanto que olvidas que todavía sigues viviendo y que ella también. Yo no sé qué querrá Helena, pero estoy segura de que no desea quedarse con la duda, con las posibilidades. El amor no se pierde tan fácil. Incluso si mueres, ¿crees que dejará de amarte?

—Espero que sí, que tenga la oportunidad de vivir y olvidarme. —Alexia agachó la cabeza y trató de contener las lágrimas que buscaban aflorar a toda costa—. De otro modo habremos fracasado.

Cauterio #PGP2024Where stories live. Discover now