Capítulo 5

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Una audición

Abro mis ojos y una luz los golpea, parpadeo fuertemente para acostumbrarme a su intensidad.

¿Dónde carajos estoy?

—¿Astrid, estás bien? —pregunta Edu sentado a mi lado.

—¿Qué sucedió? —me siento en la camilla y me doy cuenta de que estaba en la enfermería.

—Astrid, te desmayaste, tenías mucha fiebre y no te alimentaste bien.

—¿Tú me trajiste aquí?

—No, yo no, el chico de cuarto año, el violinista con tatuajes.

—¿Milo me trajo?

—Sí, él lo hizo, pero luego se largó.

—¿Qué hora es?

—Son las 8:00 pm.

—¡Rayos! Debo enviar mi video a la señorita Monroe, mañana ellas elegirán a la ganadora.

—Astrid, no estás en condiciones de bailar, te han puesto sueros.

—No me importa, debo hacer ese video a como dé lugar.

Arranco las agujas conectadas a mis venas, me levanto con dificultad, me sostengo de la pared para acostumbrarme a estar de pie.

—Espera, no lo hagas, Astrid.

—Te prometo que ya me siento mucho mejor, no te preocupes por mí.

—Soy tu amigo, debo preocuparme por ti.

—Estaré bien, ok.

Salgo a la calle, la noche fría golpea mi cuerpo que iba en mallas y en tutú. Un buggy se ofrece a llevarme en cuanto me ve, le pido que me deje en la zona de los salones de baile y él hace lo que le digo.

Entro rápidamente a mi salón, saco mi celular y lo acomodo en el trípode, enciendo la cámara lista para grabar el video.

Prendo el stereo y colocó una canción de Billie Eilish "Lovely".

Me voy de puntitas hasta el centro y comienzo a improvisar mi coreografía, pero caigo al suelo cuando intento dar un salto, no dejo que la debilidad me detenga, así que me pongo de pie y vuelvo a comenzar.

Pasan varios minutos y yo seguía sin lograrlo, me dolían las rodillas de tanto caer sobre ellas. Por más empeño que le pusiera los pies no me daban para más, estaba mareada y sin energías.

Me levanto e intento comenzar nuevamente.

—¿Estás loca? —la voz de Milo irrumpe en el salón.

—¿Qué quieres? —espeto.

—No quiero nada, "Astrid" —dibuja comillas en el aire—. No creo que debas bailar cuando hace unas horas te desmayaste.

—¿Y a ti que más te da?

—No, si a mí no me importa, el problema es que estoy de guardia y si te desmayas de nuevo tendré que volver a cargarte hasta la enfermería.

—¿Eres el esclavo de la universidad? ¿Por qué haces guardia todos los días?

—Estoy cubriendo a un amigo por unas horas.

—Bueno, me da igual, ¿puedes dejarme sola?

No me responde, solo se queda observándome sin expresión alguna con los brazos cruzados sobre su pecho.

—Como quieras, solo no interrumpas.

Reinicio la canción y comienzo nuevamente mi coreografía, pero mis fuerzas siguen siendo insuficientes para continuar. Maldigo para mis adentros en el suelo. Odio sentirme inútil.

Tácticas para enamorar a Storm Where stories live. Discover now