En el eterno conflicto entre el cielo y el infierno, donde ángeles y demonios luchan por la supremacía, surge una figura enigmática que desafía las fronteras divinas e infernales. Entre las sombras y la luz, una joven de corazón dividido se encuentr...
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La ciudad de Seúl se encontraba en la constante mirada de las estrellas, ajena a una guerra entre el bien y el mal, entre el blanco y el negro. La luz y la oscuridad se interconectaban, mientras los fieles inocentes dormían con la brillantez de la noche reflejada en sus miradas, sumergiéndolos en una profunda tranquilidad y generando una calma serena.
La luna iluminaba la ciudad, tal y como había sido durante tantos años.
Un hermoso ángel descendía desde el oscuro cielo, dejándose caer en el suelo y observando cómo se encontraba el mundo en ese momento. Sus alas se extendieron como símbolo de tranquilidad, ladeando una sonrisa y colocando las manos en su cintura con satisfacción.
Miró el suelo hecho de concreto y dio su primer paso, sintiendo un cosquilleo y a su vez nerviosismo, mirando el cielo. ¿Cómo debería sentir esto? —pensó. Continuó dando paso tras paso, experimentando un estupendo calor en ese ambiente. La luz de la luna iluminaba su cabello lacio, buscando poder darles luz a sus ojos, y la luna y él, sabían que este día iba a llegar.
Él y el astro eran cómplices de una relación un tanto placentera. Observar los árboles, las flores y lo demás era una sensación inexplicable y amena.
Yunho, líder de los ángeles, tenía tiempo sin pisar la tierra de los mortales. Sus pies tocaron la suavidad del pasto, se agachó un poco y con sus dedos lo tocó, sintiendo un poco de humedad en ellos.
—Es increíble saber que los humanos continúan realizando su actividad diaria, aportando un poco de agua a este elemento natural tan preciado, expresó.
Yunho dirigió su mirada hacia adelante, emocionado al contemplar una casa cercana.
¿Estaba la luna guiándolo hacia esa casa? Es posible.
El ángel se levantó y siguió caminando en dirección a ella. Si fuera sencillo, abriría sus alas y volaría ahí, pero por alguna razón extraña, quería dar pasos y experimentar el cansancio, porque le parecía divertido ver a los mortales expresar su fatiga.
Si el Ángel llegara cansado, ¿le ofrecerían un vaso de agua? Existían dos posibilidades: la primera, que sí se lo ofrecieran; o la segunda, que se asustaran al ver a un ser de otro mundo que era similar a ellos.
Yunho no era un mortal, y él lo sabía.
Sin haberse dado cuenta, se encontraba en ese hogar. Sus sentidos se vieron interrumpidos al percibir una sombra, miró a su lado izquierdo y notó que apareció un callejón de manera extraña. Suspiró pesadamente y cerró sus ojos.
—Wooyoung, sé que estás ahí y has sido enviado por Mingi, te he notado.
—Maldición Yunnie, nunca dejas que me divierta al aire libre, expresó el demonio que salió del callejón, caminando con sensualidad hacia el ángel. Me sorprende verte en la fase oscura de la luna.
