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Después de ayudar a Grover a limpiar los establos, decidí ir a buscar a Clarisse, ya que estaría necesitando esas charlas reconfortantes que tenemos todas las semanas. La encontré afuera, cerca de los establos, con una expresión cansada en su rostro.

- Clarisse, ¿podemos hablar? - le pregunté mientras me acercaba a ella.

- Eh, sí, claro. ¿Qué sucede? - respondió, mirándome con curiosidad.

Decidimos ir a sentarnos al comedor, ya que a esta hora no abría nadie para molestarnos y podríamos charlar tranquilas. Nos acomodamos en una mesa apartada y comenzamos a hablar. El sonido de los platos y los murmullos de otros campistas llenaban el ambiente mientras compartíamos nuestros pensamientos y preocupaciones. Estuvimos un rato largo ahí, compartiendo nuestras experiencias de la semana hasta que se haga la hora del almuerzo.

Sin embargo, antes de pararnos e ir cada una por su lado, se nos acercó Sherman Yang, el chico de la cabaña de Ares que siempre conseguía sacarnos de quicio.

- Hola chicas - dijo, acercándose a mí y sacudiendo mi pelo, dejándome despeinada.

- Yang, déjala en paz - le reprochó Clarisse, apartándolo de mí con determinación - déjala ir a su mesa.

Pero Sherman no parecía dispuesto a dejarnos en paz. Se detuvo frente a nosotras, con una sonrisa burlona en su rostro.

- Ahora que lo pienso - nos miró a ambas de arriba a abajo - ustedes podrían ser perfectamente la profecía de Ares y Apolo.

- ¿De qué estás hablando? - le pregunté confundida, nunca había escuchado una profecía relacionada con esos dos dioses.

- La que dice que una hija de Ares y una hija de Apolo se enamorarían, y no recuerdo qué pasaba al final - dijo él, sentándose encima de la mesa y empezó a inspeccionar todo el comedor - mejor pregúntenle a Silena, ella me la contó a mí.

Nos miramos perplejas, sin comprender del todo lo que nos decía. Clarisse decidió intervenir.

- Mira, Sherman, te voy a aclarar dos cosas - dijo, levantando un dedo - uno, nosotras somos amigas y nunca seríamos nada más que eso - levantó un segundo dedo - y dos, ¿cómo sabemos si no son tú y Kayla?

- ¿Kayla? - dijo Yang enojado - nunca estaría con una asquerosa hija de Apolo.

Decidí marcharme antes de escuchar más comentarios desagradables contra mis hermanas. Me dirigí a la mesa de mi cabaña y me senté junto a mis compañeros. Algunas cazadoras de la cabaña 8 también estaban allí, ya que estaban de visita en el campamento.

- Hannah, ¿cómo estás? - me preguntó una de las cazadoras con una sonrisa amistosa.

- Bastante cansada, estuve todo el día levantando caca - ambas reímos ante mi comentario - y tú, Zoe?

- Todo bien, llegamos hace unas horas - me miró fijamente - ¿estás segura de que estás bien? Te veo preocupada.

Suspiré, sintiéndome comprendida por su atención. Decidí compartir mis preocupaciones con ella.

- Es que me enteré de una profecía y me asusta pensar que podría ser yo - le expliqué, con la voz llena de incertidumbre - no creo que sea posible, pero el miedo no desaparece.

Zoe me observó con seriedad, como si estuviera pensando en algo importante. Parecía saber más de lo que estaba diciendo.

- Hannah - me miró fijamente a los ojos - ¿a ti te gusta Clarisse?

Me quedé perpleja ante su pregunta. Nunca había considerado esa posibilidad, ya que éramos amigas cercanas pero nunca había sentido esa atracción hacia ella.

- No, ¿cómo crees? - respondí con sorpresa - ella es mi mejor amiga, nada más.

Zoe asintió con una sonrisa reconfortante.

- Ahí tienes tu respuesta - dijo, luego se levantó y fue a hacer una ofrenda a su madre, dejándome pensativa.

Zoe tenía razón, no sentía nada más que amistad por Clarisse, y ella tampoco tenía ningún tipo de interés romántico en mí. Así que no había motivo para preocuparme. Solo era una profecía que sería cumplida por otras dos chicas, no por nosotras.

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Espero que les gusta💛

Muchas gracias por leer

Foolish One [Clarisse La Rue]Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz