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Un día me abrazó tanto la soledad que le tomé cariño, lloré como un niño y le conté mis historias. Charlamos por largas horas como dos viejos amigos; después nos despedimos y cada quien siguió su camino.

Sin embargo, nos vemos de vez en cuando y me alegra su visita.

Ella sigue siendo la misma.

Siempre sabia.

Siempre honesta

Valentía (Disponible en Amazon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora