-Bueno, nos vemos luego. -se despidió
-Hasta luego.
Cuando la rubia cortó la llamada, el ojiazul le devolvió su celular a la pelirroja.
-Ehm, ¿me pasas la dirección de Betty y me prestas tu auto? -pidió.
-Toma, -le tendió unas llaves de auto- lleva el auto de Jason. -rió levemente.
El pelinegro bufó con diversión y tomó las llaves que ella le tendía. La pelirroja tomó su celular para pasarle la dirección de su amiga al ojiazul.
-Listo, ya tienes la dirección en tu celular, también el número de Betty.
-Gracias. -le sonrió, acercándose a la puerta para salir, pero paró en seco cuando la pelirroja lo llamó.
-Jug, ¿Qué te sucede con Betty?
-N-nada... ¿por? -titubeó.
-Te brillan los ojos cuando hablas con ella, Jones. -comentó.
-Eh, debo irme. Adiós. -se despidió rápidamente, saliendo de la casa.
La pelirroja soltó una carcajada, negando.
Minutos después, el pelinegro estacionó el auto de Jason frente a la casa de la rubia, la cual no quedaba demasiado lejos de la de Cheryl. Tomó su celular para mandar un mensaje al número que le había pasado la pelirroja.
Betts💗
Hola, Betts
Soy Jug, estoy frente
a tu casa
😇Holaaa
Ahí voy🥰Él bajó del auto y se acercó a la entrada de la casa, bloqueando el mismo y activando la alarma. Estaba parado, esperando, cuando la puerta fue abierta, revelando a la rubia.
-Pasa. -le sonrió, haciéndose a un lado para que él pudiera pasar.
-Permiso. -murmuró.
Cuando entró, una oleada de recuerdos lo golpeó. Sentía que había pasado casi toda su vida dentro de esa casa.
-Ven, te presentaré a mi mamá. -dijo la rubia, tomando su mano-. Seguramente creerá que es una locura colectiva. -rió suavemente.
El pelinegro sonrió de lado.
-Yo también creo que es una locura colectiva. -comentó, acompañándola en su risa.
La rubia lo guió a través del comedor hacia la cocina, donde su mamá se encontraba de espaldas a ellos, preparando algo en un bowl.
-Mamá, quiero presentarte a Jughead. -la rubia llamó su atención.
La mayor frunció el ceño, aún sin girarse para mirar hacia donde estaba su hija.
-Betty, cielo, recuerda que solo tú pue- -calló abruptamente al girarse y ver a un adolescente de un metro ochenta junto a su hija-. ¿Qué?
-Hola, señora Smith. -la saludó el ojiazul, notando que la mayor había perdido algo de color en la cara.
-Esto es... imposible. -murmuró la rubia mayor.
|soulmates
Comincia dall'inizio