"Tesoro, sabemos lo importante que es para ti, Marc. Por eso mismo hemos hecho el esfuerzo y papi y tú os vais a Indonesia todo el fin de semana. Vas a poder ver a Marc jugar el primer partido del mundial. ¡¡Esperamos que te haya gustado esta sorpresa!!

Te queremos infinito,

Papá y papi."

— Esto es broma, ¿no? —aquella fue mi primera reacción porque no me lo creía.

— Ojalá, pero creemos que te vendrá bien. Llevas rara desde que él se fue. Somos tus padres y te conocemos, ya verás lo guay que va a ser. Solo va a ser un partido, ya veremos como se va desarrollando el campeonato, por lo pronto solo va a ser un par de días. No queremos que te pierdas tantos días de cole —mi padre acortó la distancia.

— Jope, muchas gracias —agradecí mientras las lágrimas caían por mis mejillas —. ¿Solo vamos papi y yo? —me interesé.

— Sí —respondió mi padre —, yo me quedo en casa con Isadora y Axel.

— Nos vamos al aeropuerto dentro de dos horas —me informó Sergio —. Ves a preparar la maleta, mete solo lo imprescindible, que nos vamos hoy y volvemos el lunes —asentí con la cabeza sabiendo que aquello que me pidió iba a ser casi imposible de cumplir.

— Gracias —abracé a Sergio mientras seguía sin creerme que en cuestión de horas iba a volver a ver a Marc.

Dos vuelos, de Barcelona a Doha y de Doha a Bali, una sensación extraña en el cuerpo, un nudo en la garganta y un montón de pensamientos contradictorios que apenas me dejaron tranquila. 24 horas viajando, sintiendo que el tiempo pasaba lento y las ganas que tenía de ver a Marc se iban incrementando con el paso de los segundos. Fue un sin vivir, la agonía de pensar que cada vez estaba más cerca, pero al mismo tiempo seguíamos tan lejos. Lo mal que lo pasé haciéndole ver que me había enfadado para que no se diera cuenta de que tardaba en contestarle porque estaba volando. Le mentí y me sentí fatal por ello, sobre todo por no leerle los mensajes que me mandaba pidiéndome perdón por algo que no había hecho. Fue una mala estrategia, pero al fin y al cabo, funcionó. Mentirle y hacerme la enfadada fue la mejor técnica, pero me sentí tan mal que por momentos quise hablarle para solucionarlo. Al final Marc desistió, al ver que no contestaba se dio por vencido. Y mientras yo seguía sintiéndome culpable por algo que no tenía ni pies ni cabeza.

— Que guapo está —sonreí en cuanto lo vi calentar.

Sergio sonrió, pero no dijo nada. Por suerte estábamos lo suficientemente alejados del terreno de juego. Así no podía verme porque el plan era verlo al terminar el partido. Mi padre habló con los padres de Marc, por lo visto, ellos se pusieron en contacto con Sergio para ver si podíamos ir aunque solo fuera a ver un partido. Me hizo ilusión pensar que el futbolista le había hablado a sus padres de mí y que les insistió para que pudiera ir con ellos. Al final las cosas no ocurrieron como él quería, pero por lo menos pudimos hacer que se asemejaran bastante.

— ¿Crees que Marc marcará? —me preguntó mi padre, asentí con la cabeza.

— Presiento que sí. Además que ojalá y marque precisamente hoy, ya que estamos aquí, lo guay sería verlo marcar.

Plaies d'amour ▪︎ MARC GUIUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora