Capítulo 11: Cuidados en Silencio

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Elena se despertó en una mañana fría de diciembre, su habitación envuelta en una penumbra grisácea. El eco del silencio resonaba, recordando la ausencia de alguien que alguna vez fue su razón para sonreír. La luz apagada y la ventana empañada por el frío invernal creaban una atmósfera sombría que reflejaba su estado de ánimo.

Al levantarse, sintió el peso del tiempo, tres meses que habían pasado volando como hojas arrastradas por el viento. La taza de café caliente en sus manos apenas lograba mitigar el frío que sentía en el alma. Se preguntaba a sí misma cómo pudo enamorarse tan rápidamente y, al mismo tiempo, cómo ese amor se desvaneció aún más rápido.

Elena observó el cielo nublado y presintió que la lluvia podría desatar el mismo torbellino de emociones que lidiaba dentro de ella. El invierno en el exterior reflejaba el invierno en su corazón, donde la calidez que alguna vez albergó se había esfumado. Mientras el reloj avanzaba impasible, ella anhelaba volver a sentir el calor que le brindó Felipe, pero sabía que no podía forzar el regreso de algo que ya no estaba.

La decisión de enfrentar a Felipe o renunciar a sus sentimientos resonaba en su mente, una melodía discordante que la envolvía en una niebla de incertidumbre. Deseaba verlo, pero el temor a más desilusiones le nublaba el juicio. En el silencio de la mañana, con los ojos hinchados por el desamor, Elena se debatía entre el impulso de buscar respuestas y la necesidad de proteger su corazón maltrecho. En este laberinto emocional, la única certeza que tenía era que el camino por delante estaba lleno de decisiones difíciles y dolorosas.

A pesar del vendaval emocional que azotaba su interior, Elena se aferraba a la fortaleza que siempre la caracterizaba. Sabía que debía levantarse, enfrentar el día y cuidar de sus hermanos, incluso si la sombra de Felipe se cernía sobre su alma herida. Era una tarea titánica, como caminar sobre brasas ardientes, pero su determinación estaba lejos de flaquear.

Cada mañana, con los ojos aún marcados por las lágrimas de la noche anterior, Elena se esforzaba por preparar el desayuno y ayudar a sus hermanos a vestirse para el colegio. Cada gesto, por pequeño que fuera, se convertía en un acto de resistencia contra la tristeza que amenazaba con consumirla. Aunque el dolor resonara en cada rincón de su ser, encontraba la fuerza para sonreírles a sus hermanos, tratando de ocultar el tormento que yacía bajo su aparente serenidad.

Acompañándolos al colegio, Elena se sumergía en el papel de protectora, decidida a ofrecerles la normalidad que merecían a pesar de su propio caos interno. En cada paso que daba, tejía un manto invisible de amor y cuidado alrededor de ellos, esperando que ese acto cotidiano de sacrificio pudiera, de alguna manera, aliviar la carga que llevaban sobre sus jóvenes hombros. Porque, aunque el mundo se desmoronara a su alrededor, Elena entendía que su deber como hermana mayor era ser el faro que guiara a sus hermanos a través de la tormenta.

El patio del colegio, como un pequeño cosmos lleno de risas y juegos, se veía teñido por la presencia de Alex. Su figura, de pelo platino y porte elegante, destacaba entre la multitud de padres y alumnos. Al ver a Elena llegar con sus hermanos, su rostro se iluminó con una sonrisa genuina.

—¡Hola, Elena!— exclamó Alex con entusiasmo mientras se acercaba. Su saludo rebosaba alegría y amabilidad. Pero la respuesta de Elena fue más tenue, una sonrisa amable que apenas rozaba la superficie de sus labios.

Los hermanos de Elena, siempre perceptivos, notaron la tristeza que se cernía sobre ella como una sombra inescapable. Ignorando la naturaleza efusiva de Alex, le comentaron con sinceridad:

—Hoy se levantó un poco triste, pero no le des importancia. Está siendo un día difícil para ella.— Dijo uno de los pequeños.

Alex asintió con comprensión, su expresión se suavizó mientras observaba a Elena alejarse con sus hermanos. Aunque su deseo era preguntar y ofrecer apoyo, respetó el espacio de Elena, la figura de Alex, radiante y cálido, se desvaneció en el bullicio del colegio.

Entre Éxtasis y Siluetas OcultasWhere stories live. Discover now