Primer encuentro

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Los meses pasaron en un abrir y cerrar de ojos y la convivencia de la nueva pareja iba bien, aunque no tanto como el alfa deseaba, ya que no podía tocar demás al omega, lo bueno es que la época de apareamiento estaba cerca y por ende el celo de su pareja.

--¿Hoy irás con los demás omegas? -habló mientras abrazaba por la espalda al azabache, quien estaba preparando la cena de ese día.

--Sí, algún problema -dijo tranquilo y medio fastidiado por esa cercanía.

--Te voy a extrañar.

Y era verdad, cada que Akashi se iba de la casa el de peliverde quedaba impaciente a su regreso y justamente hoy tenía un mal presentimiento.

--Sabes que siempre regreso antes que los demás, así que no te preocupes Dai -al voltear le dio un beso en la mejilla a su pareja, se ha vuelto algo normal hacer eso.

El azabache fue por el plato para servir la comida y sacó un cuenco también.

--¿Tú no comerás? -preguntó ya que el azabache no era de guardar su comida para más tarde.

--No -fue su única respuesta antes de salir de la cocina y dirigirse a la puerta -Ahí te dejo la comida y el agua, yo vuelvo más tarde y cambia esa cara que no me voy para siempre, adiós.

A pesar de que a Keiji no le gustaba ir con los demás omegas, tampoco quería quedarse todo el día con Daishou porque se le hacía muy incómodo todo eso, jamás se imaginó al lado de un alfa o siquiera criando cachorros.

Al llegar como todas las tardes estaban alrededor de ese gran árbol, tejiendo o simplemente descansando y riendo de la vida.

Como siempre saludo y se sentó en una rama del árbol para poder contemplar el atardecer hasta que escucho algo que le interesó.

--Qué les parece si vamos al prado aprovechando que aún no anochece.

La más activa, una linda chica de pelaje gris y mejillas rosaditas fue la que habló dejando a todos dudosos de ir o no.

--Yo me apuntó -dijo el azabache mientras mutaba a su piel animal para poder llegar más rápido.

Todos murmuraron, pero al final aceptaron y siguieron a la peligris hasta alejarse un poco de la manada.

Al llegar todo fue risas y diversión, mientras que para nuestro amado lobito todo fue tranquilidad, son contadas las veces que ha venido al prado a disfrutar del cálido viento que mecía la hierba fresca y acariciaba suavemente su pelaje.

De pronto le entraron unas fuertes ganas de dormir y aun en su forma de lobo se echó a tomar una pequeña siesta mientras que los demás corrían libres siguiendo a las mariposas o persiguiéndose entre ellos alejándose así del azabache.

Las horas pasaron y el viento comenzaba a soplar más fuerte, mientras que el cielo comenzaba a tornarse de un color azul oscuro que comenzó a cubrir todo a su paso, dejándolo en una total oscuridad.

El joven híbrido se destransformó y se acurrucó más entre la hierba que comenzaba a ponerse helada.

--mmm... -se quejó con pereza, no quería despertar, pero sentía que era observado por alguien y tuvo que abrir sus ojos.

No esperó encontrarse con unos profundos ojos dorados  que lo observaban con curiosidad, era algo extraño, ya que sus sentidos no le advertían de que era una amenaza, en vez de eso se sentía tranquilo, su lobo interno lo estaba.

Siguió observándolo, ese sujeto no tenía orejas o cola, su piel clara, y su cabello hacia arriba, las raíces negras y el resto grisáceo, jamás había visto una criatura igual.

El híbrido seguía acostado, no quería hacer algún movimiento que lo ahuyentara, no quería que se fuera.

"¿Este será el sentido oculto de un omega?" Se cuestionaba.

De pronto pudo escuchar como en la lejanía una voz conocida se iba acercando y el ser extraño tuvo que retroceder, no sin antes mirarlo una vez más.

--Akashi, mi amor ¿Estás bien? -preguntó un angustiado Daishou, se notaba lo apurado que vino, ya que su respiración era errática.

Tuvo que voltear a ver a su pareja para decirle que estaba bien, pero cuando volvió a buscar con la mirada al de ojos dorados este ya no se encontraba por ninguna parte, pero podía sentir su aroma en el aire.

--Vamos a casa, me tenías muy preocupado, pensé en lo peor cuando no llegaste -Daishou parecía chicle y aunque se sintiera incómodo no lo apartó porque se dio cuenta de que ya había oscurecido y corrían el riesgo de ser atacados.

--Vamos -ambos se transformaron en lobos y corrieron de regreso a su hogar.

El bicolor nunca se fue, solo se cubrió con su manto y presenció todo aquello.

--Qué lindo -habló mientras veía como ese híbrido azabache se alejaba hasta perderse en el horizonte.

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Continuará 🌙...

Amor nocturno (Bokuaka) [Adaptación]Where stories live. Discover now