Torino

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Me habla del tren que perdió,
de la tristeza de ver a otro
conseguir sus sueños con ella.
De los hijos que no va a tener.

Se hace el silencio y me describe
como lo que siempre quise ser,
con astucia y picaresca.
No reparo en si es mentira
porque de pronto
recuerdo quién soy
y quién quería ser.

Veo de vuelta en el metro
todos los caminos,
todos los higos caídos
de aquel pasaje de Silvia Plath,
los hijos que yo tampoco voy a tener.

Me fundo en sus ojos azules
que no son los tuyos,
bajo pilares enormes de granito y mármol,
en galerías de una época que no es la mía,
bajo las luces y las miradas anónimas
de una ciudad a la que no pertenezco.

Lloro después en el transporte público
y en el parque,
buscando en el teléfono algo sobre ti,
agarrándome al vacío
porque aunque uno ponga kilómetros
de distancia,
el corazón no olvida y es implacable
el verte ajeno a todo esto.

Es horrible
esta manía mía de tapar la herida
aunque supure y hieda,
con trozos de la vida desgastada de otros.
A ratos también,
me entristece
verme superando miedos
y siendo feliz
sin ti.

Fragmentos gastadosWhere stories live. Discover now