Enemies in crime

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—Estoy en posición —informó a través de su auricular.

—Bien, mantente ahí hasta que lo veas. No hagas ningún movimiento. No dispares si yo no te digo que lo hagas —La respuesta llegó en su oído clara y precisa—. Te avisaré cuando él llegue.

—Entendido.

Respiró lentamente cuando terminó de hablar, tratando de no hacer ningún ruido al exhalar. Acomodó su arma y continuó mirando por la mirilla, esperando el momento exacto en el que su próxima víctima apareciera.

Un par de hombres pasaron frente a él sin verlo, estaba bien escondido detrás de los arbustos, después de todo, pero su superior no le dijo nada. No debían ser ellos.

Algunos minutos después, ya comenzaba a aburrirse, intentando imaginar a dónde iban las personas que pasaban frente al cañón de su arma sin saberlo. ¿Irían a una fiesta? ¿Qué clase de personas eran? ¿Y si habían cometido algún crimen?

—¡Asano! —escuchó fuerte en el auricular de su oreja.

—Hola, Gakushū.

El nombrado sintió cómo un escalofrío le recorría el cuerpo; la voz había resonado tan fuerte a su lado que le fue imposible no flaquear. Dió un pequeño salto en su lugar.

—Estoy en una misión, joder. Casi me matas del susto —escondió su arma tan rápido como pudo entre los pliegues de su gabardina.

—Asano —volvió a escuchar la advertencia en su oreja, mucho más baja, como si su superior creyera de alguien más que él podría escucharlo.

—No seas aburrido, Gakushū~ —canturreó. Dirigió su mano a su cabello, específicamente a su oreja, quitando el auricular para dejar que colgara alrededor del cuello del peli naranja.

—¿Qué haces, idiota? —intentó volver a colocar el aparato en su oreja, pero el pelirrojo reaccionó más rápido y se lo quitó de un jalón.

—Te invito un helado —sonrió, girando el auricular transparentoso en el aire—. Y luego podrás contarme de tu misión que, por lo que estaba escuchando, no va muy bien. ¿Tu objetivo te dejó plantado? —fingió un puchero.

—Cállate —miró apresuradamente a su alrededor, asegurándose de que nadie los oyera.

—¿Nos vamos? —comenzó a caminar sin esperar una respuesta, y Gakushū no pudo hacer más que seguirlo de mala gana, no sin antes sacar su teléfono y enviar un mensaje rápido a su superior, avisando que no tenía su auricular y tendrían que seguir con la misión luego porque había tenido un contratiempo. Un contratiempo pelirrojo llamado Akabane Karma.

—Ya deja eso —se quejó el oji cobre cuando lo miró de reojó. Al igual que con el auricular, arrebató su teléfono también. Al menos había logrado enviar el mensaje—. Estamos en una cita; no se permiten teléfonos.

—Una cita —rió—. Sí, cómo no. Moriría antes de tener una cita contigo... otra vez.

El contrario soltó una risa casi inocente, pero que Asano sabía que estaba llena de burla.

—"Ten cuidado con lo que deseas", dicen por ahí —dijo con voz divertida—. No puedo permitir que te mueras.

—Entonces deja de decir que esto es una cita —rodó los ojos, acomodando por fin su pistola en el cinturón de su pantalón, cubriéndolo con su saco; gracias al cielo había ido de incógnito a la misión y había llevado una arma pequeña o tendría algunos problemas en cómo esconder una ametralladora—. La última vez no funcionó.

Asakaru Week 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora