Huellas melancólicas

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Después de mucho buscar, sus huellas lo llevaron al lugar en el cual una vez su corazón se regocijó de amor.

Densas lágrimas de cristal adornaron el filoso rostro pálido del rey, deshecho en la desgracia que aplasta su frágil corazón, como si el ayer fuera mejor que el hoy, mismo que lo obligó a arrodillarse en medio de un torbellino mar de ansiedad.

Sus manos, tan fuertes como las garras de un águila, se empuñaron de ira, por sí mismo al no proteger lo que más amaba: decepción se veía en sus ojos, mismos que lloraban como nunca creyó imaginar. Una frágil sonrisa asomó en su terrible expresión indescifrable, no se sabía cuál era su estado real:

"—¿Cómo permití... —pausó, a medida que hablaba, un denso nudo en su garganta lo asfixiaba, muy interno, tan íntimo que calló por un rato, hasta lograr decir: —Su alteza, ¿un día podrá perdonar a este cruel devoto?"

"Un devoto que falló en proteger a su amado dios, a su príncipe celestial."

De ser por el resto de la lenta eternidad, habría lamentado sin piedad esta condena que casi lo obligaba a arrastrase, sin embargo, incluso en el torbellino de sus pensamientos turbulentos, una mano reposó en uno de sus tensos hombros.

Aquel toque fue como una caricia lastimera, desonesta, casi lamentando junto a su sentir. Mas no era a quién esperaba, su sola presencia lo hizo fruncir el ceño con ira, ya que estaba en un estado de vulnerabilidad solo visto por su amor, por lo cual evadió cualquier imagen que no fuera su majestad. A pesar de todo el desastre causado, un leve calor en su corazón le hizo levantar una vez la mirada, no miró a la figura que estaba su lado, sino al cielo teñido en gris melancólico. Se le hizo un poco gracioso cómo el cielo se apiadó de su desgracia, impidiendo que alguien encontrara sus huellas, mas no para aquel que estaba a centímetros de él.

"—¿No cumpliste con lo ya pactado, entonces qué haces aquí?"

Su voz, quebrada hace un instante, esta vez no flaqueó, demostrando que aún en esos momentos, la furia carmesí podría prevalecer en la obscuridad y embriagadora tristeza del ahora.

"—Creo que también me arrepiento de algunas cosas —el rostro de aquel hombre se tiñó de un profundo resentimiento, a sí mismo. Todo lo que una vez lo motivó por convicción, ahora no era nada—. También perdí algo esa noche, sé que con tu ayuda lo recuperaré."

Era sincero después de todo, Hua Cheng era en el único en el cual podía confiar. Algo que no diría ni en sus peores pesadillas ya cumplidas.

He Xuan miró a su alrededor.

Sus espesas cejas negras se elevaron ante la sorpresa de lo que alcanzaba su vista, tal situación solo tenía de protagonista a un hombre innombrable, ahora aun más por la situación se apiadó de la calamidad a sus pies. Bien, bien, solo atinó a algo, antes de cruzarse de brazos:

"—Te ayudaré."

Esas palabras resonaron en una mente casi abandonada. Pese a todo, aún en la obscuridad y la destrucción que se llevó a su amado, vio en el fuego una luz que le tendió una mano. Qué gracioso era todo; se instruyó, se fortificó, se esmeró y luchó contra todo, solo para estar al lado de su dios, para que al final alguien se lo llevara sin piedad.

No tenía pistas, no tenía nada, muchos menos sabía por dónde comenzar. Y aquí tenía una mano que lo ayudó a ponerse en pie.

"—Qué buen momento para saldar una deuda tan grande."

El tono irónico del hombre no pasó desapercibido por He Xuan, rápidamente tosió un poco incómodo. No pensó que Hua Cheng aún tuviera esta clase de humor en una situación como esta.

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⏰ Last updated: Apr 03 ⏰

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Retomando el paso, su AltezaWhere stories live. Discover now