Se separa de mí, acaricia mis hombros y me mira con sus ojos azules llenos de preocupación.

—¿Cómo estás? ¿Aún no han encontrado una cura?—Niego con la cabeza. —Qué desgracia.

—Sí—Exclamo. —Pero vengo aquí porque quiero organizar una fiesta para recibir a Jess y mi hijo hermoso.

—¡Qué gran idea!—Su tono lastima mis oídos, y en serio lucho con las ganas de arrancarle la lengua.—Ven, vamos a hablar con Leo, está en el estudio y de paso preguntamos si podemos hacer la fiesta.

Le guiño un ojo a Nik y Mastyr. Entrelaza su brazo con el mío y por como y me lleva a rastras. Llegamos rápido al estudio, y el Alfa Leo está sentado en un escritorio al lado de el de Jessica. Al verme, se levanta.

—¿Diana? ¿Qué hace usted aquí?— Cuestiona, intentando una esbozar una sonrisa, pero se le nota nervioso con mi presencia.

Esbozo una media sonrisa, y toda mi malicia sale al exterior.

—¿Qué es esa pregunta?—Exclamo. —Yo puedo venir aquí cuando se me plazca. La misma Alfa Suprema me lo dijo.

—Sí, él lo sabe—Me dice Thomas y lo reprende con la mirada.

Camino al escritorio de Jessica, arrugando mi nariz como Diana lo haría. Tomo asiento en la enorme e imponente silla de Jessica y sorprendentemente nadie me lo impido.

—Estoy un poco ofendida, necesito un trago—Exijo. —Y el más caro… mejor trae la botella.

Tengo ganas de dejar a Jessica sin su licor premium, a ver qué hace.

Thomas asiente y corre al bar de Jessica. Nik comienza a caminar por el estudio, en busca de la llave, y Mastry se mantiene en una esquina.

—Disculpe, Diana, es solo que no fui informado. La Alfa Suprema no...

Thomas deja la botella y un vaso frente a mí. Me bebo hasta el fondo del baso y miro al hombre.

—No necesitas ser informado, esta es mi casa también—Digo con voz clara y fuerte. —Exijo que me traigan a Carlos Favre aquí, necesito hablar algo con él.

El supuesto alfa palidece. Tomo el cuello de la botella y bebo un enorme sorbo que deja a la pareja sorprendida.

—Disculpe, pero la Alfa dijo que nadie puede verlo, y no hizo ninguna excepción—Dice. —Pero si quiere puedo llamarla para preguntar.

Me levanto bruscamente, hago un esfuerzo para enrojecer mis mejillas, el rostro enojado de Diana es: nariz arruga y mejillas rojas y de verdad lo intento.

—¿Oí bien?— Me acerco a él, la altura de mi cuñadita no me acompaña porque debo levantar la cabeza para mirar al pelinegro.

—Perdón, pero la Alfa Suprema fue muy específica…

Dejo de oírlo, y le doy una mirada a Mastry y señalo la mano de Leo. Él asiente, y levanta dos dedos. En cosa de segundos siento como me tocan un pecho. Agrando mis ojos y Leo quita su mano de inmediato.

—¡Me agarraste una teta!—Grito, miro a Thomas—¡Me agarró una teta!

Los guardias de las puertas entran ante mis gritos.

—¿Le tocaste un pecho, Leonard?—Su esposo se acerca a él con el rostro rojo y golpea su hombro con fuerza. Leo niega. —¿Qué te pasa?

—Fue involuntario, lo juro, mi amor—Le trata de explicar.—No sé qué pasó.

—¡Mentira! Alfas, todos iguales—Grito, las lágrimas falsa correr por mis mejillas. Me acerco a la cámara de seguridad más cercana. —Jessica, me tocó una teta ¿Lo viste? Es un pervertido.

Sword Onyx [3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora