parte 17: Instituto

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La mujer me miró detenidamente por un largo rato, parecía que estaba pensando en que tortura me haría, de repente se puso de pié y se fue caminando hacia el mazo con una lentitud desesperante que me hacía dudar sobre si moverme o no.

-me equivoqué, ahora que lo pienso esto no quedará bien sin él- dijo levantando el mazo para luego soltar una risita quisquillosa.

Miré el reloj, éste estaba a punto de dejar caer el último granito de arena que contenía, pero por alguna razón se quedó allí, como si el tiempo se hubiera detenido.

-¿que es lo que tanto miras?- dijo la mujer percatándose del reloj- maldición, creo que me distraje demasiado... Y yo que quería que nos divirtieramos un poco.

Creí que esto terminaría, que el maldito granito se caería y acabaría mi sufrimiento, pero sin previo aviso la mujer levantó el mazo con ambos brazos sobre su cabeza, lo mantuvo unos segundos y bajó sus brazos con todas sus fuerzas volviendo añicos... Mi cráneo.

(...)

Desperté en el suelo de mi habitación, asustada toqué mi cabeza confirmando que todo seguía en su lugar, por fin todo había terminado, vi mi reflejo en el espejo de mi habitación, mi cara estaba mas pálida que nunca y dos bolsas violáceas se alojaban bajo mis ojos, parecía que no había dormido en días pero... ¿lo que llevo puesto es el uniforme del instituto?

-¡Vanessa baja a desayunar se te hace tarde! - dijo mi madre.

Que demonios esta sucediendo, ¿que día es hoy?, tomé mi celular y en la pantalla decía: 6:00 am, 20 de enero de xxx, los números estaban pixelados por lo que no pude ver el año.

Estaba muy confundida, y pensando que seguía en mis pesadillas ya que había perdido cualquier distinción con la realidad decidí tomar mi bolso y celular para bajar a desayunar. Sorprendente no había nadie en el primer piso, pero podía oír el crepitar de los huevos en la cocina.

Luego de desayunar caminé hacia el instituto, que quedaba a unas cuantas calles de mi casa. Observaba los autos, las casas, los edificios y las personas intentando hallar cualquier señal de que seguía dormida, pero todo estaba en su lugar y no había nada extraño. En el camino me puse a pensar, 20 de enero, era el primer día de estudio del año ¿que habrá ocurrido?, he decidido ignorarlo, de todas maneras no es la primera vez que me suceden cosas extrañas y tal vez deba de existir una solución a esto.

En el instituto era de costumbre que el primer día de estudio del año se realizara una reunión en la que se le indicaba a los estudiantes que salón les correspondía, yo estaba atenta a escuchar mi nombre cuando un profesor al que nunca había visto me hizo señas para que me acercara.

-¿cual es tu nombre? -dijo el profesor con una lista en mano.

-Vanessa... Vanessa Font Gill- respondí algo distraída.

-Oh, que casualidad, parece que voy a ser tu director de grupo este año- dijo apuntando mi nombre en su lista, en el instituto siempre hubo un profesor el cual era el encargado de uno de los salones, este al parecer era nuevo.

No me tomé la molestia de escuchar que salón me correspondía debido a que el profesor me había indicado en donde quedaba.

Al llegar todos estaban en silencio, y me sorprendió no ver a nadie del año anterior, tomé asiento en la segunda fila a la izquierda en el último puesto, después de todo todos habían llegado antes que yo excepto por la única silla vacía a mi izquierda, fue un silencio muy incómodo hasta que el profesor entro al salón.

-buenos días chicos, mi nombre es Adam Miller, licenciado en ciencias, los estaré acompañando en el área de biología y seré su director de grupo- era un hombre que no superaba los 35 años, de tez pálida y baja estatura, también tengo que admitir que tenía un buen gusto para vestir.

Me perdí en la parte en la que comenzó a explicar algunos acontecimientos de su vida y como había terminado trabajando en el instituto, después de eso empezó a llamar a lista para corroborar que todos estábamos en la clase correcta.

Pero me heló la sangre oír aquel nombre olvidado que había creído perdido.

-¿Benjamín? ¿Alice Benjamín Saavedra?

Ese era, el nombre de Alice.

-Ausente- dijo una mujer con un carné de profesora y una cicatriz en su rostro bastante familiar.

Gritos en silencioWhere stories live. Discover now