[Capítulo 6]

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Estaba realmente enfadado con Caleb. Espero no sea sorpresa para nadie (al menos para mí había dejado de serlo).

Salí furioso de la habitación y con el rostro colorado. No entendía cómo, pero Caleb siempre se las arreglaba para hacerme sentir como el idiota más grande de la tierra... y era detestable saber que no tenía a dónde ir. No es que pudiese desaparecerme de su vida o viceversa; estaba seguro de que Caleb, de haber podido, ya me habría ghosteado y desaparecido sin decir palabra.

Pasé una mano por mi cuello y suspiré con notable exasperación. Todo en él me irritaba. Su existencia, sus palabras.

El hecho de estar atrapado en este mundo sin poder huir.

Mientras pensaba en esto, bajé por las escaleras de la casa de Roler y arrugué la frente. Me crucé de brazos y llegué hasta el final de los escalones; sin embargo, tan pronto como me detuve ahí, supe que algo andaba mal.

—¡¿Otra vez estuviste perdiendo el tiempo en las apuestas?! —La voz aguda de una mujer me taladró el cerebro y me sobresaltó—, ¡y todavía te atreves a perder, tú idiota!

Parpadeé con fuerza y, con cautela, me acerqué a la puerta de la casa, decidiendo que lo mejor que podía hacer era fingir que no estaba oyendo la discusión e irme en silencio.

No obstante, aquello no me fue posible.

—¡Darl, no estuve apostando! —Esta vez, fue Roler el que contestó, con voz demandante y ofendida—, ¡estaba ayudando a unos muchachos...! ¡Mira ahí está uno! Sam, ven aquí.

Me giré lentamente cuando advertí que estaban hablándome. Mis labios dibujaron una sonrisa tensa e incómoda y, al volverme en dirección a la sala, observé que Roler y una mujer de su edad de cabellos canos me miraban expectantes.

—Hum... ¿qué? —fingí que no le había escuchado bien, arqueando las cejas y hundiendo las manos en los bolsillos de mi pantalón.

—Sam —repitió Roler. A decir verdad, no tuve claro en qué momento fue que Caleb nos presentó con él y le dijo nuestros nombres... Me incomodaba un poco que no hubiese pensado en mentir o algo—, ¿puedes decirle a mi histérica y acalorada esposa que no estuve apostando, sino que pase todo el día desde las doce con ustedes?

Titubeé.

Sabía que yo me había desmayado a mediodía... Y sabía que había un hueco de una a tres de la tarde en el que Roler se había desaparecido. Sin embargo, recordé el trato que habíamos hecho con él. Siendo honesto, al inicio pensé que solo lo había hecho para hacernos sentir mejor por quedarnos aquí sin pagar; tal parecía que no era eso.

—Ah, es verdad —contesté, molesto por quedarme atrapado en una disputa marital. Carraspeé con la garganta y miré hacia el suelo. La mirada de Darl resultó ser muy intensa—, estuvo ayudándome... Eh, me desmayé y estaba mal. Estuvo con nosotros toda la tarde.

Darl cruzó los brazos sobre el pecho. Tenía la complexión robusta y las mejillas rellenas. Lucía como el tipo de abuela que te hacía galletas en navidad y te daba como regalo montones de suéteres. Quizá el tipo de abuela que me habría gustado tener (en cambio, la madre de mi padre vivía rentando habitaciones en un motel. En lugar de galletas, la última vez que me visitó me regaló condones).

—Ya veo —suspiró Darl, todavía con tono receloso. Al final hundió los hombros y se acercó a mí—. Por los cielos, cariño, ¿de verdad comes? Estás todo flaco.

Mi sonrisa vaciló. Me quedé callado. Realmente no sabía qué decir... Y pareció ser una manera de darle cuerda a Darl para que siguiera hablando.

—¿Cómo fue que terminaron aquí, cariño? Por favor dime que Roler no los puso a hacer nada de trabajo de obra ni vienen de alguna especie de mina... ¿Cuánto tiempo van a quedarse? ¡Eres realmente adorable!

Good As It Gets © [EN PROCESO]Where stories live. Discover now