80. Nuevos aliados

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80. Nuevos aliados.

Lara estaba distraía, mirando por la ventana el día que moría rápidamente, con una botella de cerveza en la mano, dejando que su mente divagara antes de la llegada de sus compañeros a la noche de póker que le tocaba recibir ese jueves.

Tardó en darse cuenta de que Vicky le hablaba. No estaba segura sobre qué, y sólo reaccionó cuando ella se paró delante.

—¿Perdón?

—¿Qué te ocurre, cariño? ¿Estás bien?

—Sí, claro. ¿Qué decías?

—Que les dejaré las pizzas listas. Solo debes meterlas en el horno. Yo estaré en mi estudio, completando unos informes mientras pasan su noche de vicio.

Lara sonrió divertida.

—Ya te he dicho que el que pone la casa no debe preocuparse por nada.

—No pienso permitir que traigan esa horrible cosa aceitosa que llaman pizza a nuestra casa.

—Robert se sentirá ofendido cuando sepa que otra vez rechazas su pizzería favorita.

—Pues esa pizzería debería cerrar por insalubridad.

Rio palmando el trasero de la rubia que amaba. Le dio un cálido beso y se perdió en sus ojos azules con muescas verdes que derrochaban inteligencia y candidez.

Era hermosa. Más alta que ella, de caderas redondas y senos voluptuosos. Su cabellera rubia oscura solía llevarla recogida por comodidad. Era mayor que Lara por cuatro años y una experta en su campo, lo que admiraba completamente.

Su mente voló a unos años atrás, cuando se conocieron.

Lara acababa de ingresar a las oficinas del FBI en Nueva York, siendo la novata del lugar. Al principio, sólo coquetearon con sonrisas y miradas durante meses, hasta que una noche se encontraron en un bar al que los agentes solían asistir después de la jornada.

Su compañero y el encargado de capacitarla por ese entonces era un deprimente y obtuso hombre de pensamientos paleolíticos, que de saber que era gay, la hubiera despreciado incluso más que por ser mujer y de ascendencia china.

<<En lo que se está convirtiendo el FBI>>, decía entre quejas sonoras y nada disimuladas.

Nunca se habían apreciado.

Él era un hombre resignado, finalizando su carrera, que veía con recelo cada avance en la agencia.

Sin embargo, había aceptado tomar unos tragos con ese cavernícola porque también estarían Chris Webb y su propio compañero —Resee Whitaker—, con los que compartían algunos casos. Envidiaba en ese entonces la relación entre ellos dos, que parecían padre e hijo.

El joven agente, alto y extremadamente atractivo, se le había insinuado descaradamente a su arribo, y ella, sin saber por qué, le había confesado que no le interesaban los hombres, creyendo inmediatamente después de declararle eso que había cometido un error. Pero no fue así.

Él fue el que se sintió avergonzado ante el rechazo, pero a ella la hizo sentir desde aquel día, como a una hermana. Y fue además el que le había insistido que no se amedrentara ante la imponente doctora Dumas, notando la forma en que se hacían ojitos cuando se cruzaban en alguna investigación.

Así lo había hecho en esa oportunidad, acercándose a ella a la barra e invitándola a unos tragos. De esa forma, habían pasado toda la noche charlando y riendo entre miradas sugerentes e indirectas picantes, aceptando por último acompañar a la forense a su apartamento, donde pasaron una de las más increíbles noches de su vida.

Demonio Blanco - Alpha - [+21] (Shiroi Akuma #2)Where stories live. Discover now