PARTE 1: LA HUMILLACIÓN

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En las clases de historia de la epistemología raramente se comentaban estas cosas. Normalmente discutíamos ahí cuestiones referentes a los modos de construir ciencia, su historia en pasado, y cómo, de alguna manera, diferentes perspectivas y posicionamientos han dado fruto a elaboraciones científicas.

Pero el presente llamaba, como la campana del circuito escolar a la hora del recreo, para evidenciarnos como sujetos a algún tipo de momento histórico sin precedente. Estábamos, por un momento, viendo al pasado desde el presente, y comprendiendo por qué el pasado también construye al presente, y por qué estos, de otra manera, estimulan al futuro.

Uno de los alumnos levantó su mano, y preguntó directamente al profesor sobre el presente político (también social, cultural y económico) que estábamos viviendo, y si tenía, de algún modo, una posición al respecto. Él, de inicio, masculló, pero cuando logró captar el interés que todos estábamos poniendo, con nuestra mirada ahínca hacia él, respondió: la historia de los monstruos se construye a partir de humillaciones. La Alemania nazi se construyó a partir de la humillación constante hacia un pueblo pobre y sometido a un monstruo que, entre los años del inicio del siglo veinte, sólo quería vomitar toda su inmundicia. De ahí nació uno de los peores terrores mundiales, que con sus dientes filosos devoró a todo aquel que era considerado un enemigo, un otro, un diferente. El Estado Israelí sólo podía construirse como otro monstruo de la humillación constante que, después del monstruo nazi, devoró, casi disfrutándolo, a otros, sólo por su diferente. Y esa misma humillación, construyó a Hamás, que aniquiló, de manera imperdonable, a quienes, consideraba, lo habían humillado. La humillación es un de karma latente en nuestros corazones, que se regala al otro a partir de haberlo dañado y que, a partir de eso, habilita a la violencia y la aniquilación como única forma de respuesta política. Nos están matando porque fueron humillados. Romper la rueda de la humillación es reparar un daño histórico, casi eterno, que debe parar pero que es casi imposible de frenar.

Me pregunté, entonces, si los monstruos nacen por haber sido dañados. Y a la vez, me repregunté, también, sobre la innecesaria cantidad de privilegios con las cuales muchos monstruos viven. No es posible ser un monstruo si se vive en un palacio de oro. Pero entonces pensé en los cuentos de Disney, y en aquel dragón que siempre espera en la puerta del palacio en defensa de lo más inocente. Me cuesta, tal vez, comprender las contradicciones.

Y pensé, entonces, en el hoy. 

DE LOBOS Y OVEJASWhere stories live. Discover now