—Soy el primero en querer vengarse de todos ellos y su vil intento de quitarnos a los futuros príncipes de nuestro reino—Masculla Ermer. —Pero antes de precipitarnos a una guerra con la Alianza, debemos seguir intentándolo con nuestros métodos, conozco aquelarres en el norte que pueden darle lucha a la magia sucia.

—Está exhausta—Masculla Amina. —Sus métodos no sirve de una mierda, solo la debilitan más.

—Hay que entender que si matamos a Evamora, podría provocar una grieta irreparable en nuestra relación con la Alianza— Explica Ermer. —Y ustedes, Alfas Belanger, deberían ser los primeros en querer evitarlos. Los están culpando por el asalto al castillo Favre. Las bombas que ocuparon para destruir una de las torres eran suyas, Amina Belanger y se los están creyendo. Jadis ya nos mandó un comunicado que sacara su aquelarre del Tratado si ustedes siguen aquí.

—Harán todo lo posible para que el mundo los consideren los villanos, solo para evitar que la gente sepa que su propia sangre se atrevió a atacarlos—Dice Amina. —Estoy acostumbrada a cargar con la mierda de los Favre, pero si esto comienza a perjudicar a mi Reina, no me pienso quedar callada.

—Una guerra contra Jessica Favre nos garantizas perdidas enormes, nos ha demostrado que poseer magia no nos hace invencibles.—Explica Ermer. —Retarla sería algo realmente… idiota.

—Nos necesitan—Alude Atlas con voz seria. — Diana es la clave de que el límite siga en pie. Es a Jessica quien no le conviene retarnos y aun así su puta familia no para de jodernos. —Gruñe. — La perra de Ravena está más protegida que los mismos Alfas, sabe que es culpable de todo esto, al igual que Adara, que se oculta en alguna parte del planeta.

—No voy a permitir que ellas sigan sin atentar contra las consecuencias de sus actos.

—Más allá de justicia, esto es venganza, ¡Usted se quiere vengar, Alfa!—Acusa Ermer a Amina.— Matar a la bruja que hizo un trabajo que Ravena le ordenó, es como matar al espadero que hizo la espada con la que un caballero mata. Va en contra de nuestras creencias y lo que profesa el Tratado: Libertad y unión.

—¿A quién le juraron lealtad?—Cuestiona Amina. —¿A la Alianza o a la Reina del Tratado Triqueta?

—Precisamente porque nuestra lealtad es de nuestra Reina, debemos aconsejarla para que haga lo correcto. —Masculla Ermer. —¡No nos conviene una guerra con la Alianza! ¡A la reina y mucho menos al príncipe Cyprian, que se verá obligada a tomar un bando!

—Él tomará el del Tratado Triqueta, confío que no le han lavado el cerebro aún.

—¿Y dónde se encuentra, ahora?—Pregunta Ermer con dobles intensiones. —Ahora mismo, Jessica Favre tiene a los dos brujos más poderosos de su lado, Evamora y el príncipe Cyprian.

—¡La de la última palabra es nuestra Reina! ¡No lo olviden!—Exclama Mastyr, siento sus pasos acercarse a mí. —… Reina, aquí se para lo que usted dicte, sin protesta ni excusas. Sé que tomara la decisión correcta.

En ese momento Lili y Andras sobrevuelan como dos águilas sobre la fortaleza, sacudiendo mis desarreglados rulos y cuando doy media vuelta, ambas frenan sobre mi cabeza, Lili a mi costado derecho y Andras al izquierdo.

Veo cada uno de los rostros que esperan con ansias una respuesta.

La discusión se repite en mi cabeza, mi decisión estaba tomada hace rato. Hice un juramento de no ir contra las leyes que Nara había creado en el tratado y sus deseos de una eterna relación con la Alianza.

Pero no reconozco este ardor en mi pecho que me provoca sentimientos no propios de mí: Diana Ayleen. Tengo la decisión de dejar libre de culpas a esa bruja en la punta, sin embargo, el dolor me prohíbe decirlo.

Sword Onyx [3]Where stories live. Discover now