— ¿Por qué no me habías dicho que era tu cumpleaños? —ella se dejó caer el mi pecho y yo la abracé.

— Porqué no me gusta este día. Me acuerdo mucho de mi madre y aunque siempre la he recordado con muchísimo cariño, me vuelvo muy sensible. Es una sensación agridulce —le di un beso en la frente y ella sonrió —. ¿Te ha gustado la canción?

— Mucho —le acaricié la mejilla —. Tienes algo especial en la voz. No sabía que te gustaba tanto el flamenquito —ella sonrió de nuevo.

— A mi madre le encantaba. Mi padre siempre la ha tenido muy presente y siempre ha querido que yo la tuviera en mente todo el tiempo. Me han enseñado todo lo que le gustaba y bueno, supongo que siempre se nos pega lo bueno, ¿no? —asentí con la cabeza mientras me perdía en sus ojos —. A mí madre le gustaba mucho la Niña Pastori y en especial esta canción.

Se separó de mí para dejar la taza sobre la mesa y se sentó sobre mí regazo frente a frente. Sonreí al verla bien, por un momento me preocupé por ella, pero verla feliz me subió a mí también el ánimo, ella se acercó y me dio un beso corto en los labios. Rodeó mi cuello con sus manos y se quedó mirándome fijamente. No sé cuánto tiempo pasó, pero podría haberme pasado todo el día así perfectamente y no me hubiera cansado de mirarla.

— Es muy bonito la verdad —murmuré — que recuerdes a tu madre con tanto cariño y amor. Y que le cantes... me parece muy bonito.

— Cantar siempre ha sido como esa asignatura pendiente la verdad. Me encanta hacerlo, sé que canto bien porque me lo dicen, pero hasta el momento no había descubierto todo mi potencial. Me da como vergüenza cantar la verdad —se encogió de hombros —. En la actuación de Carmen lo pasé fatal.

— Pues no lo parecía. Sé que no quieres dedicarte a la música, ¿pero alguna vez te lo has replanteado? —me entró curiosidad, era tan enigmática que nunca sabía por donde iba a salir. Ni siquiera sabía que quería estudiar cuando acabara segundo de bachillerato, era conocedor de su intención de querer irse a Estados Unidos, pero nada más. Y ahí me di cuenta de que creía que la conocía, pero realmente no fue así.

— La verdad que no, a ver, sí que he soñado con ello. Sobre todo cuando era más pequeña y me dedicaba a cantar por las esquinas de la casa, mis padres me propusieron más de una vez apuntarme a algún concurso y tal, pero lo rechacé. No sé, no llevo muy bien que me valoren y me digan que no —se rió y asentí porque ella era así. Solo le valía su opinión y como mucho aceptaba la de sus familiares más cercanos —. No ve veo dedicándome plenamente a la música. Molaría sacar alguna de las canciones que tengo escritas, pero como un pasatiempo. No dejaría mi vida por la música. Tengo tan claro lo que quiero hacer que a día de hoy no lo cambiaría. Ahora, en un futuro quien sabe. Todo puede cambiar.

— ¿Has compuesto canciones? —alcé una ceja, ella asintió con la cabeza. Me hice el loco, como si no supiera nada acerca de aquella canción que Héctor grabó —. Cántame algo.

Laetitia sonrió apartando la mirada, se acercó presa del pánico y aproveché para darle un beso en la mejilla. Le dio vergüenza, como ya era costumbre. Cuando disfrutaba haciendo algo la timidez se apoderaba de ella. Acortó la distancia y me miró fijamente a los ojos, consiguió ponerme nervioso. Y cuando pensaba que me cantaría aquella canción, me sorprendió con otra muy distinta.

Te olvidaste del ayer cuando
con ella matabas las penas.
Te olvidabas de mí
buscándome en sus labios.
Mil noches eternas
perdiéndome entre mil lamentos.
Sueños desnudos
queriendo olvidarte.
Olvídame, olvídate de nosotros,
somos esa cuenta pendiente que
duele, quema, arde.
Somos lo que estaría bien y mal,
contigo lo quiero todo.

Plaies d'amour ▪︎ MARC GUIUWhere stories live. Discover now