- Ay Sergio, que guapa está Laetitia -Gloria, la madre de Manu, me abrazó -. Esta hecha una mujercita -luché contra mí misma para no replicarle, odiaba esa maldita frase.

Sonreí porque no me quedó otra opción. Manu se acercó y aproveché para darle un abrazo y salir de aquella burbuja en la que me había metido mi padre a la fuerza. Guardaba tan buenos momentos con él que sentí que había pasado el tiempo tan lento, todo lo sentía súper lejano y aunque habían pasado meses, todo quedaba lejos. Él había cambiado poco, quizás estaba más fuerte, pero seguía igual. Y me gustó mucho verlo porque pude comprobar de primera mano que estaba superado y que ya no causaba el mismo efecto en mí. No supe ver si había sido el paso del tiempo o que como me gustaba otro, todos mis sentimientos hacia él desaparecieron para siempre.

- Me alegro mucho de verte -sonrió.

- Y yo a ti la verdad. No esperaba encontrarme hoy contigo. Ha sido una sorpresa -yo también sonreí.

- ¿Tienes amigos en el Barça? -preguntó y pude apreciar el doble sentido de aquella cuestión.

- Sí, bueno, más o menos -dudé porque amigos no eran, habían muchísimas cosas más como para dejarlo en amigos -. Ya te contaré -no fue plan de decirle todo lo que estaba pasando en mi vida desde septiembre.

Vi a Marc acercarse, me tensé, me puse nerviosa de repente. Me entró miedo de que pudiera hacer algo que me dejara en evidencia. Él era así, le encantaba hacerse notar y si podía joderme, pues mejor.

- Eh, tío lo siento por lo de antes -se disculpó para mi sorpresa, pero no miró a Manu, me miró directamente a mí.

- Nada no te preocupes tío, no ha sido nada -Manu era lo más bueno que existía en este mundo.

Esperé que me dijera algo a mí, pero no lo hizo, me ignoró. De la misma forma que llegó pretendió irse, pero con aquella estúpida sonrisa cargada de picardía y de maldad en la cara. Lo hizo aposta, sabía que me había molestado su entrada y vino a burlarse o a meter mierda. A saber lo que se le pasó en esos momentos por la cabeza. Pero desestabilizarme le encantaba, sobre todo cuando estábamos rodeados de más personas y yo tenía que disimular como podía.

- Marc -mencioné su nombre y este se detuvo -, ¿tienes un momento?

- Tengo prisa -se giró con parsimonia.

- Solo van a ser unos minutos -aguanté la compostura como pude -. Por favor -insistí.

- Está bien -arrastró la última sílaba y caminó hacia mí.

Nos separamos un poco del grupo y suspiré. No supe como sacarle el tema, tampoco supe muy bien que decirle. Me ponía nerviosa hablar de forma seria con él. Además que su actitud aquella tarde no acompañó.

- ¿Puedes acercarte luego a mi casa? Me gustaría hablar contigo -miré al suelo mientras las palabras salían de mi boca. Fue imposible mirarlo a los ojos.

- Sí, claro -abrí los ojos sorprendida de que no se negara ni preguntara nada -. ¿Me puedo quedar a dormir?

- ¿A dormir? -fruncí el ceño -. Se supone que tenías prisa -me crucé de brazo, él sonrió de forma irónica.

- Se va a hacer tarde y me va a dar una pereza extrema volver. Sino hablamos mañana -lo miré y asentí, excusas, excusas que a mí me valieron.

- Quédate, sí. Total -me encogí de hombros.

- Vale, pues luego te veo.

Se acercó a mí y me dio un beso cerca de la comisura de mis labios. Activó todos mis sentidos y lo peor de todo es que en aquel momento le hubiera besado si no hubiéramos tenido a tanta gente a nuestro alrededor.

Plaies d'amour ▪︎ MARC GUIUWhere stories live. Discover now