R&R|| "Un rey solo se inclina ante su reina"
SOLANGE PLINTH sabía que CORIOLANUS SNOW no era un santo, y lo haría ver como en realidad era ante todo el Capitolio. Incluso si eso le costaba la vida.
Tu rompes las reglas y te conviertes en héroe. Yo...
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CAPÍTULO UNO LA ACADEMIA
Solange despertó esa mañana sin ánimos, ella sabía que ese día no era como cualquier otro, no era como un día normal en la academia, no.
Era el día de la cosecha en los distritos y en la academia se llevaría acabo un evento importante.
Para el Capitolio era la inauguración previa a los juegos del hambre, una actividad inhumana a vista de Solange Plinth, solo diría eso a puerta cerrará de su casa con su hermano, si alguien más la escuchara la tacharían de una rebelde.
Además en la Academia, todos estaban ansiosos por el premio de los Plinth, todos querían el dinero de la familia, pero nadie de verdad los apreciaba por venir de los distritos, eran los inferiores, los usurpadores. Solange terminó de acomodar el traje que llevaría puesto a juego con el de su hermano.
— Buenos días — hablo Solange llegando a la mesa junto a su hermano. — Hola Ma.
Solange besó la mejilla de su madre quien le dio un apretón en su mano.
— ¿Viste la hora que es? — preguntó el Strabo Plinth. — Vamos a llegar tarde por tu culpa, Solange, sabes cuánto lo odio.
— Lo siento — se disculpo Solange.
Estiró su mano para tomar un panecillo recibiendo un golpe de su padre para que lo soltara.
— No deberían comer pesado hasta el almuerzo en la academia.
— Si papá — respondió la chica.
Hizo una mueca, pero no dijo nada. Tomó unos cuantos cereales. Sejanus notó la mueca en el rostro de su hermana.
— Escuchen — habló Strabo Plinth. — No diremos el ganador del premio hoy.
— ¿Por qué? — cuestionó Solange.
El silencio se formó nuevamente en la mesa. Sejanus estiró su mano hacia su hermana. Con esa pequeña acción Solange notó que su hermano ya sabía.
— El Decano Highbottom y la Dr. Gaul acordaron que el premio sería entregado después de los juegos del hambre — explicó Strabo Plinth. Poniendo sus manos sobre la mesa. — Ustedes tendrán a un tributo.
— ¿Nos compraste uno? — cuestionó Sejanus. — Así como nos has comprado la entrada al Capitolio.
Strabo golpeó la mesa con su puño antes de ponerse de pie.
