Nueva familia y mesa de acero

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—Yo no sé mucho de moda o revistas, pero es perfecto. Leí todos los artículos y son muy originales —dijo Julián, ofreciéndoles optimismo.

—Lo es —unió Lily y cómplice le miró.

—Lo sé —respondió él, asegurando todo su trabajo y apostando a por él.

Tras eso, regresaron al trabajo. Lily tenía en espera todos los detalles que aguardaban a por la aprobación de su jefe.

Rossi los revisó uno a uno hasta la madrugada. Julián y Sasha los acompañaron en todo momento, conforme los departamentos de Craze trabajaban en conjunto con ellos, preparando el lanzamiento y los eventos correspondientes.

A las dos de la madrugada, Sasha llevó champagne y copas para un brindis. Era importante que celebraran el término de la edición.

Aplaudieron y con palabras llenas de orgullo, Rossi les agradeció a todos por su labor. Al terminar añadió:

—Ustedes creyeron en mí, y me enseñaron a creer en mí. Sin ustedes no lo habría logrado. —Alzó su copa y todos brindaron con él.

Con un par de copas encima, Lily y Christopher se sentaron frente a la computadora y entre risas juguetonas escribieron un correo de agradecimiento para todos los trabajadores de Craze:

«Familia de Craze,

Por fin el primer número de Craze, bajo la edición de Christopher Rossi ha llegado a su fin.

Cinco asistentes tuvieron que ser sacrificadas para que Christopher Rossi se pusiera a trabajar en serio. Ningún fotógrafo fue maltratado en este número.

Gracias a todos por su labor fiel a Craze, Revues y el mandato Rossi.

Gracias a finanzas por soportar nuestros excesivos gastos y a Marlene por llamarnos aun a las tres de la madrugada.

¡Lo hicimos!, y sin ustedes nada habría sido posible.

Firma: Rossi Jr.».

Sasha se retiró al saber que ya todo estaba en orden. El señor L la acompañó hasta el elevador. Le sostuvo su cartera, su abrigo y la despidió con calidez.

—¿Nos vemos mañana? —le preguntó ella, ilusionada de verlo otra vez.

No podía negar lo mucho que le placía su compañía.

—Eso espero —se rio él.

—Me prometió que prepararíamos Pelmeni juntos —le recordó ella, haciendo honor a sus raíces rusas.

Él le sonrió. Le gustó saber que tenía en consideración sus promesas.

No iba a fallarle.

—Pelmeni juntos, ¿qué podría ser mejor que eso? —bromeó él y ella se marchó con una sonrisa tan grande que, se la contagió a él.

Cuando Julián regresó a la sala vio a su hija sentada en las piernas de Christopher. Él la abrazaba fuerte. Se reían mientras hablaban y celebraban su primer lanzamiento junto a la botella de champagne.

Quiso escabullirse sin que ellos advirtieran de su presencia, pero no quería ser descortés, además, quería darle libertad a su hija para que viviera su romance.

—Ya me voy a dormir...

—¡Papá! —Se exaltó ella y se levantó de rebote de las piernas de su novio—. Ah... yo... —balbuceó nerviosa.

—Tranquila, sé acostarme solo y ya estoy grande, no necesito que me arropes o me cuentes cuentos —le dijo divertido—. Disfruta de tu noche, yo estaré bien —insistió cuando vio sus muecas preocupadas.

Suya por contratoWhere stories live. Discover now