Capítulo 07

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LUZ DE ESPERANZA
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Lynette aferra las sábanas a su cuerpo, tratando de cubrir su cuerpo descubierto; se siente sucia. Observa de reojo como el gran emperador se encuentra pacíficamente durmiendo como si nunca hubiera cometido tal crimen de ayer.

La mujer no sabe que hacer, teme que un mal movimiento cause la ira del rubio y termine ejecutándola.

Después de pensarlo, con cuidado ella trata de apartarse, pero en su lugar logra que él rodee su cintura con su brazo.

Ella ahoga un grito horrorizado. Su tacto arde demasiado. Después del nacimiento de la princesa ya no podrá verlo igual, todo rastro de amor que alguna vez le profeso, hoy ya no existía. En su lugar se encuentra el odio y temor.

— Su majestad, ¿donde está mi príncipe? —es lo primero que pregunta al ver como este poco a poco abría los ojos.

— En el palacio esmeralda. —disgustado por la luz, oculta el rostro entre el cuerpo de la mujer.

— Necesito verlo —con sutileza ella rechaza su acción.

— Probablemente esté en una clase de etiqueta.

— Quiero ver a el príncipe, su majestad. Mi corazón de madre está ansioso.

Hay un breve silencio hasta que Claude suelta un suspiro cansado, dejándola libre.

Lynette se acerca a su camisón y se lo coloca rápidamente. Con algo ligero puesto busca recuperar sus prendas perdidas.

(...)

El sol brillaba sobre los jardines del palacio esmeralda mientras el joven príncipe Khaled jugaba con su pelota dorada. Sus risas llenaban el aire mientras corría de un lado a otro, pero de repente se detuvo en seco y frunció el ceño.

—¿Dónde está mi madre? —preguntó Khaled, mirando a su alrededor en busca de alguna respuesta.

Los sirvientes, que estaban ocupados con sus tareas diarias, se detuvieron sorprendidos por la pregunta del pequeño príncipe. Intercambiaron miradas nerviosas, sin saber cómo responder.

—¿Dónde está mi madre? —repitió Khaled, su voz temblando un poco esta vez.

El mayordomo, tratando de ocultar su incomodidad, se acercó al príncipe con una sonrisa forzada. — Su majestad, tu madre está... ocupada en asuntos del harén. No puede estar aquí en este momento.

Pero Khaled no se dejó engañar tan fácilmente. —Pero siempre está aquí para mí. ¿Por qué no está ahora?. Incluso Margaret, ella me prometió verme a primera hora.

Los sirvientes intercambiaron miradas nuevamente, sabiendo que no podían ocultar la verdad por mucho más tiempo. Uno de ellos finalmente se armó de valor y se adelantó.

— El palacio Rubí fue clausurado, mi príncipe. No se sabe la situación de adentro.

Khaled estaba inquieto. Por alguna extraña razón los sirvientes de su palacio se negaban a decirle el paradero de su madre.

Después de pasar su primera noche solo en ese palacio quizo decirle a su madre lo valiente que fue.

—¿Como? ¿Sucedió algo? ¡Mi mamá estaba ahí!

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