Me alejo lo suficiente para que Cyprian y Agatha no escuchen.

—¿Pasa algo, rulitos?

Escucho como va en el auto.

—¿Estás ocupada? —Acaricio una tela celeste. Responde con un no.— ¿A dónde vas?

—Voy a buscar al idiota de Atlas, acabó uniéndose a una caraba de vampiros veganos y se encuentra camino a la frontera— Suelta.

Abro mis ojos a más no poder.

—¿Vampiros veganos? ¿Y qué comen?

—Según Atlas: paz mundial… yo creo que anemia. Me dijo que quería cambiar su vida, buscar su horizonte y miles de pendejas más—Suelta. — Cinco minutos después me dijo que se habían quedado sin gasolina en un lugar desolado y que tuvo que matar a todos… Pero ¿Como estas tú? ¿Comiste alg...

—¿Con quién te acostaste, Amina Belanger?—Explote, en voz baja, claro.

— Con nadie, Diana.

—¿Segura?

—No sé qué te dijo Lili, pero miente.—Asegura.

—¿Entonces a qué fuiste a esa fiesta de vampiros depravados de esa condesa infame? ¿Mm? ¿A qué?—Dije.

Escucho como maldice y golpe el volante.

—Adivino, surgió el tema espontáneamente mientras desayunabas con Jessica, ya se había tardado la metiche esa.

—¿Acaso me vas a decir que no fuiste?

—Fui, mi amor, pero...

Arrugue mi nariz.

—¿Por qué? Me dijiste que te quedarías en la mansión ¡Me mentiste!—Exclame enojada. —¿Veronika intentó algo contigo? ¿Tú la dejaste?

—Podemos hablar esto cuando vuelvas, frente a frente y sin buitres escuchando, por favor— Me pide con tranquilidad.

Volteo hacia los demás y casi de inmediato Cyprian mira al techo, Agatha toma la medida del nudillo de mi hijo y Jessica observa un maniquí como si fuera lo más interesante del mundo.

—Sabes qué, espero hayas gozado la fiesta porque ahora viene las consecuencias —Exclamé. —¡Adiós!

Al cortar la llamada, limpio cualquier rastro de lágrimas en mis ojos y esboza una sonrisa para ir con ellos. Cyprian tiene la mandíbula tensa y su mirada endurecida del enojo, lo cual me parte el corazón, porque no quiero que odie más a Amina.

Agatha le da una mirada a Jessica, señalándome un par de veces con sus ojos azules.

—No quiero hablar del tema—Les pido en un susurro.

Ellas asienten.

—Bien, Cyprian eres libre—Le dice Agatha, mi hijo no espero un segundo para bajar de la plataforma.

—¿Puedo ir a dar una vuelta?—Nos pide a Jessica y a mí, logrando confundirme.

—Pero...

—Necesito calmarme, mamá—Asiento y se acerca darme un beso en la mejilla, le sonrió con todas mis fuerzas y le pido que se cuide—Debo prepararme para verle la cara otra vez a esa imbécil.

Aprieto mis labios, y otra vez las ganas de llorar entran en mí cuando sale. Le doy una mirada a Jessica, ella relame sus labios, casi tan enojada como Cyprian.

—Yo hablaré con él— Dice.

—Gracias.—Murmuro a duras penas.

Sale, y Agatha me acaricia el hombro dándome una sonrisa amable.

Sword Onyx [3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora