36 ⫸ Último deseo

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Abracé la espalda de Skyler y descansé la mejilla para sentir el calor de su cuerpo y esconder la cara del aire que nos embestía. Mirando a las olas con su suave vaivén, imaginé cómo sería no irme de allí, poder quedarme eternamente con él.

Quizás podía quedarme hasta la muerte y después volver a mi universo para vivir otra vida. Quizás tenía que renunciar a mis amigas y mi madre para escoger a Skyler. No quería eso, pero fue bonito fantasear por unos segundos que podía hacer una vida con él.

Cuando el ruidoso motor se apagó, lo hicieron mis fantasías. Habíamos viajado por una hora hasta detenernos frente a una casa de dos pisos, pequeña y abandonada. Estaba muy cerca de la playa, solo había que cruzar la estrecha carretera para tocar la arena.

—Aquí estaremos más cómodos y hay un pueblo a quince minutos. Hay una caja fuerte dentro, dinero, ropa...

—¿Una cama decente? —pregunté en lo que me estiraba—. Me duele todo después de ese sofá incómodo. Yo nunca te hice dormir en el piso en mi universo.

—Me hiciste dormir en un granero.

El mismo se sorprendió al escucharse y tuve que sonreír.

—Es cierto, pero no te quejaste.

—Después de lo que hicimos ahí me daba igual si me ponías a dormir en el fango y bajo la lluvia.

No le dio importancia a que, por tercera vez, algo de lo vivido había caído en su lugar. Lo tomé de la mano cuando iba a dar un paso hacia la casa y me paré frente a él. Tenerlo así me hacía feliz. Solo había un detalle por decir, para limpiar mi consciencia e intentar seguir adelante.

—Lo siento. —Bajé la vista a su pecho—. Siento mucho no haber podido salvar a Fabriccio. Te juro que lo intenté, pero...

Me tomó de la barbilla e impidió que siguiera hablando.

—No es tu culpa y aunque pienso que es mía, también sé que no lo es. —Un peso desapareció de mis hombros con esas palabras—. Me costará mucho entenderlo, nos costará, pero podremos.

Puse las manos sobre sus hombros.

—Juntos —murmuré y apoyó su frente en la mía.

—Juntos —repitió.

Se acercó para rozar mis labios, pero el sonido de los aplausos disparó nuestras alarmas. Skyler me tomó de la mano y se puso frente a mí para protegerme de Paula. Detrás de ella, y de la casa, iban saliendo los hombres que la acompañaban, todos con armas, todos apuntándonos.

—¡Qué pareja tan bonita! —exclamó al detenerse—. Pero la luna de miel se les acabó.

—¿Por qué carajos siempre hay un ex loco que quiere matarnos? —mascullé y Skyler apretó más mi mano, retrocediendo de espaldas hacia la playa para poner distancia.

—Mi arma —murmuró en lo que Paula caminaba hacia nosotros y sus hombres nos iban rodeando mientras más intentábamos alejarnos—. Saca mi arma y úsala.

Estaba en la parte trasera de su cinturón y yo podía tomarla mientras él tenía las manos expuestas.

—¿Tiene balas?

La falta de respuesta era una negativa y no supe qué demonios quería decir con que la usara.

—¿Cómo llegaste hasta aquí? —preguntó Skyler. Trataba de ganar tiempo para pensar en algo y que yo tuviera una idea mejor que lanzar la pistola inútil a la cabeza de Paula con la esperanza de noquearla.

—¿Crees que no me encargué de tener esa información? —preguntó ella con el sarcasmo impreso en cada palabra—. Llevo mucho tiempo trabajando con Angelo y usando las armas que menos te imaginas para saber todo de ti. Por eso, quitar a Fabriccio de en medio fue la mejor idea que tuve el día que se fueron detrás de Angelo.

Mi crush literario © [LIBRO 1 y 2]Where stories live. Discover now