Día 520 - Simon Walker

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El dolor me está quemando por dentro de la manera más destructiva que jamás he presenciado. Huesos, músculos, venas y arterias. El dolor está acabando con todo. Yo me limito a dejarlo arder mientras camino y camino dirigiéndome a no sé dónde para hacer no sé qué.

Solo quiero que acabe todo esto de una vez.

Mis piernas trabajan por sí solas. Me llevo las manos a las sienes, que no dejan de palpitar. Palpitaciones, retortijones, dolor, sudor, sollozos, dolor, vacío, abismo. Definitivamente tengo que hacer que todo esto termine.

Ya no pienso en nada, habré desgastado el cupo de auto-odio. Mis piernas se mueven solas, mis brazos las siguen. Está saliendo el sol, no puedo recordar la última vez que vi amanecer antes de que él se fuera. No puedo recordar nada antes de que él se fuera.

Me dirijo a mi casa. Paso a paso, lentamente. El sudor baña mis sienes. ¿Cuánto tiempo llevo vagando? Acabo de recordar que tengo hambre y me muero de sueño. Nada de eso importa, pero es molesto sentir algo que no sea odio hacia mi persona. Creo que me he cruzado con alguien. El saludo llega a mis tímpanos difuso, resonando como si me encontrara debajo de una gran masa de agua y alguien de fuera estuviera tratando de llamarme. Ni siquiera alzo la cabeza. No quiero, no puedo. No lo merezco. Abro la puerta de casa con las manos temblorosas y un sudor frío bañando toda mi espalda. El hedor es lo primero que noto. Realmente huele como un estercolero, he descuidado mucho mi casa en estos últimos días. ¿Será así como huele también dentro de mí? Es lo más probable. Avanzo todo lo resuelto que puedo estar en este estado hacia el cuarto de baño, sorteando por el camino prendas de ropa que llevan siglos sin lavarse, botellas de cerveza cuya función es coger polvo y envoltorios de comida rápida. En un descuido, me miro en el espejo del recibidor. ''Un cadáver'', es lo primero que pienso. Mis ojos están hundidos y brillan con el ardor de un alma rota, mi cabello puede pasar por una fregona vieja con facilidad, mis labios presentan varias costras y no hablemos de las condiciones en las que se encuentra el resto de mi cuerpo. Aparto la vista con rapidez. Es suficiente. Terminaría rápido.

He llegado al baño. Actúo como un autómata, apenas sé cómo ni por qué se mueven mis manos, pero veo con dificultad que trabajan sobre una cuchilla de afeitar. Comienzo a llorar sin saber por qué, pero esto ya se ha hecho rutinario, así que tampoco trato de hallar una respuesta que se que no llegará.

Lo siguiente que recuerdo es mi sangre cayendo a borbotones sobre la bañera. Me sorprendió la cantidad de ella que había, al fin y al cabo, no estaba vació del todo. El rojo lo cubría absolutamente todo. El suelo era rojo, el grifo era rojo, los azulejos eran rojos. Dolía. Me alegré de localizar el dolor en un lugar que pudiera señalar con el dedo. Dejé de llorar y me desmayé con su rostro en mi cabeza.

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Han pasado un par de días desde mi intento fallido de suicidio. Ni siquiera conseguí quitarme la vida, patético, ¿verdad? La vía que tengo en el brazo me molesta, los murmullos que oigo en el pasillo me molestan. ¿Por qué no puede callarse todo el mundo de una vez? Mis células siguen grises, el sufrimiento sigue ahí. Pero ahora todo se ve más confuso con toda esta cantidad de luz –no sé qué tienen los hospitales con poner todos los muebles blancos- y ante todo, con los miles de analgésicos que me han hecho engullir los médicos.

Una vecina me trajo aquí, según me han contado. Al parecer, en el estado tan lejano de la realidad en el que me encontraba, olvidé cerrar correctamente mi puerta y la pobre mujer entró para darme algo de comida, pues muchos vecinos ya habían reparado en mi lamentable estado. Me encontró tirado en la bañera, desangrándome. Pero eso no importa, en realidad. Estoy tan sedado que solo alcanzo a ver como los colores del amanecer bañan la habitación. Es el quingentésimo segundo amanecer que veo desde que Ethan se fue. No sé cuantos más seré capaz de ver. Susurro su nombre y cierro los ojos, sumiéndome en un profundo sueño. No sé cuántos más tendré fuerza para ver...

¿Por qué le te tuve que decir eso? ¿Por qué esas fueron mis últimas palabras hacia él? Cuando en realidad, en el fondo de mi ser, pensaba todo lo contrario.

Soy deplorable, detestable y digno de odiar.

Aunque a pesar de todo esto, seré suyo para siempre.


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Capítulo hecho por bell_rain. Dadle las gracias a ella por este hermoso final <3

Pétalos de rosa (TERMINADA)Where stories live. Discover now