Día 520 - Simon Walker

658 53 16
                                    

Hay una pena que no se puede siquiera ser nombrada, todo porque es demasiado grande, real y dolorosa como para abarcarla con una sola palabra. Hay un dolor que continúa y continúa sin piedad alguna, imposibilitándote el tomar un solo respiro.

Ya ha pasado mucho tiempo. Su nombre debería haber dejado ya de ser capaz de hacerme pedazos pequeños con los que yo mismo me corto. Con los que sangro.

Últimamente no paro de sangrar. Dicen que el tiempo lo cura todo, pero es mentira. El tiempo solo coge las heridas y las da más de sí, las hace más grandes y reales. El tiempo solo crea y crea nuevos daños en compensación con las cicatrices que hace desaparecer. El tiempo es un gran cabrón. El único del que no puedes escapar, me temo. Y la conclusión es que su nombre sigue siendo el mayor y más desgarrador de los suplicios. Ethan, Ethan. Ya no siento ni recuerdo el tacto de sus manos. Ya no me veo capaz de enfocar su recuerdo. Ya no me veo capaz de seguir viviendo sin ti. ¿Quién me habría dicho que mi vida no iba a ser más que otra de esas tragedias, que yo iba a ser el villano de mi propia historia?

''Me llamo Simon, soy Simon. Tengo 18 años y nací en Japón. Mis padres se llaman Margaret y John''. Tengo que recordarme quién soy. Carece de sentido, la verdad. Pero no quiero olvidarlo. Olvidar el asco que doy. Olvidar lo que Simon Walker hizo. Tengo que repudiarme, debo odiarme. No puedo olvidarme de cuanto me aborrezco. De cuánto merezco todo este vacío, estas continuas ganas de vomitar. Ojalá pudiera no ser yo para darme una paliza y tirarme desde ese puente de unas calles más abajo. Realmente me reconfortaría. Ahogarme en algo más que en recuerdos.

A veces me busco dentro de mí mismo. Al que solía ser, quiero decir. Grito dentro de mi cabeza hasta desgastar cada una de mis células. Me grito que soy un cobarde por no limitarme a dar la cara. Me grito de todo y a la vez no digo una sola palabra. Aún no ha habido suerte. Me pregunto qué haré cuando me encuentre. Veo dos opciones muy claras: estrangularme o caer de rodillas ante lo que un día fui y echarme a llorar sin consuelo ni final. El tiempo lo dirá, supongo. Ese maldito y estúpido tiempo, siempre metido en todo.

No pienso sumarme a esa legión de idiotas que resumen un dolor tan grande con la expresión ''tener el corazón roto''. Yo estoy un paso más allá.

Yo tengo los ojos opacos de...¿tanto llorar? Aunque yo diría que es de tanto no poder verle. Tengo las pupilas incapaces de filtrar la luz con claridad y mi cristalino no puede enfocar ya imagen alguna. Tengo los ojos secos de echarlo de menos y, aun así, nunca será suficiente. Jamás. Nunca pagaré la deuda, no conseguiré salir de este bucle de dolor. Y aunque lo hiciera, al final sé que volvería a tirarme de cabeza. Porque así son los remordimientos. Son un salto que se repite hasta la perdición del alma. Es lo peor, sin duda. Saber que merezco hasta el más mínimo ardor de pecho.

Yo tengo las articulaciones oxidadas. ¿Para qué ejercer un solo movimiento más, si solo voy a conseguir hundirme más profundamente en el lodo de mi memoria?

Yo tengo la corteza cerebral reseca y cansada de tanto remordimiento. Cansada de intentar evocar su recuerdo. Cansada de tanto demonio, de tantas voces que proponen soluciones, cada una más horrible que la anterior.

Yo tengo alguna parte de mí que ni siquiera puedo señalar hecha pedazos afilados que no dejan de clavarse por todos lados y dios. Duele mucho más de lo que puedo intentar explicar por medio de palabras. Supongo que el infierno debe ser parecido a esto. No imagino nada peor.

Yo tengo los labios en carne viva y la laringe rota de gritar su nombre. Podéis sumarlo a la lista de cosas que están dejando de funcionar dentro de mí.

Yo no tengo el corazón roto; eso sería demasiado abstracto, demasiado simple, demasiado leve castigo. Yo tengo hasta la última célula de mi organismo pincelada de un gris que no se decide a marcharse.

Pétalos de rosa (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora