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Había estado leyendo un libro que hace años tenía pero que no había abierto por razones específicas, por ejemplo la nota cursi en la primera hoja escrita con tinta negra y que tenía como remitente a Gojo Satoru

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Había estado leyendo un libro que hace años tenía pero que no había abierto por razones específicas, por ejemplo la nota cursi en la primera hoja escrita con tinta negra y que tenía como remitente a Gojo Satoru. Era de pasta dura, una edición que jamás había tenido y que Satoru siendo el alfa más poderoso y rico le regalo antes de que todo se fuera a la mierda.

Paso la nota como si fuera algo prohibido, leyendo las primeras líneas del prólogo ignorando como su corazón gritaba por leer esas palabras de las que se acordaba como si las hubiera leído el día anterior. Bebió del whisky qué había traído para acompañar la lectura intentando con todas su fuerzas que su mente se enfocará en la exquisita trama del libro.

Pero con terquedad su cerebro le recordaba qué estaba a unas páginas de esas lindas palabras. Cuando ya no pudo más, cerró el libro y suspiro pesadamente.

Había tenido dos semanas "tranquilas", los niños fueron los cinco días de ambas semanas a llevarle el desayuno junto a Ieiri o Ijichi, hablo con Gojo un par de veces por teléfono eran llamadas cortas y banales que por lo general siempre tenían a los niños de excusa, mensajes cortos por la mañana y la noche.

Por dos semanas se había convertido en una nueva rutina, despertar con un mensaje de Gojo deseándole un buen día y por la tarde recibir unos cuantos de Tsumiki hablando de su día y el de Megumi, fotos y comidas hogareñas por las tardes. Sin contar que poco a poco el olor a lavanda se quedaba un poco impregnado en sus trajes cada vez que se despedía de los niños, incluso el sándalo de Gojo lo tentaba a buscar más.

Los niños comenzaban a oler más fuerte al alfa. Gojo y sus cachorros poco a poco se adentraban en su vida de formas que jamás imagino. A pesar de que su mente quería ser lógica y no pensar de más, su corazón estaba anhelante, porque ahora las tardes solitarias se alegraban cuando su celular sonaba, las noches frías se calentaban con los mensajes sin sentido de Gojo con caritas risueñas.

Jamás pensó que incluso llegaría a extrañar esos mensajes tontos que Gojo siempre le enviaba por las noches cuando aún no se iba de la escuela, era curioso que siempre los enviaba cuando estaban a metros de verse. Al inicio pensó que era solo porque a Gojo le encantaba molestarlo y cuando consiguió su número no tardó nada en enviar mensajes a las dos de la mañana con muchos emojis, luego entendió que era porque a veces no quería dormir y buscaba alternativas para quedarse despierto, cuando comprendió esa parte decidió ayudarle. Tenían conversaciones estúpidas pero otras veces eran serias, a veces, buscaba esas mismas conversaciones solo para burlarse de si mismo. De lo mucho que cambió, de lo mucho que lo lastimaron, de lo tonto e ingenuo que fue, de lo mucho que le abrió su corazón a Satoru.

De lo poco arrepentido que estaba por haberlo hecho. Tiene muchos arrepentimientos, incluso en su relación con Gojo, pero, enamorarse de él jamás será uno de ellos.

Tal vez de como sucedieron las cosas y como terminaron, sí, pero nunca por haberlo amado. Y eso era más patético de su parte.

Su celular sonó recordándole que tenía una platica animada con Tsumiki, algo de que estaba jugando Mario kart con el "tramposo" de Megumi. Escucho los audios que ambos niños le mandaron, algunos videos de los shikigami de Megumi y uno más del departamento bastante desarreglado.

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⏰ Last updated: Dec 04, 2023 ⏰

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