— ¿Sabes qué eres esa chica? —Sergio se sentó al otro lado y me acarició la espalda, asentí levemente con la cabeza, no sabía que hacer.

— Lo sé, no me lo ha dicho, pero no hace falta que lo hago. Hay cosas que se saben. He intentado frenarlo, alejarme y hacer como si nada, ignorarlo, pero nada sirve cuando no me lo puedo sacar de la puta cabeza. Hasta me he replanteado conocer a otro chico para intentar olvidarme de él, pero no me nace —me tapé la cara con las manos en ese mismo momento quise llorar.

No supe como afrontar la situación, intenté hacerlo lo mejor que pude, pero todo se estaba saliendo de control. Por más que quería alejarme no podía, si bien es cierto que conseguí medio arreglar la situación con mi amiga, con él no. Esa misma noche en la que Carmen me confesó todo lo que pensaba acerca de Marc fue muy intensa. Nos fuimos de casa de Fermín y Gavi, acabamos en el chalet de Ilenia, comiendo helado y viendo El diario de Noa cerca de las cinco de la mañana. Intenté hacerle ver que si Marc no le daba el valor que merecía, era lo mejor cortar la relación. Sufrir por sufrir no era bueno y ella tenía muchos frentes abiertos, me supo mal, claro que me supo mal porque yo misma fui cómplice de aquellas sensaciones que mi amiga estuvo sintiendo. Pero en su cabeza no entraba dejar al catalán porque estaba tan enamorada que era capaz de perdonarle todo. Y bueno con Marc todo se volvió más distante, dejamos de hablar por Instagram y aparentemente todo se tranquilizó, al menos de forma externa. Porque yo por dentro seguía igual o más rayada que antes sobre todo porque no pude sacármelo de la cabeza.

— Aunque no quieras, tienes que hablar con él —sugirió mi padre —. Va a ser lo mejor para los dos, termináis con todo y si es necesario te alejas cariño. Piensa que en menos de un año ya no estarás en España, todo será más fácil.

— Eso es lo que me tranquiliza —mis labios se curvaron hacia arriba —. Pero mientras tanto me tocará sufrir.

— ¿Tan guapo te parece? —Sergio me miró con picardía.

— Demasiado, además, tenemos muchas cosas en común. Y aunque lo odie y en estos momentos me caiga mal, tiene buen fondo. Se le ve buen niño —me encogí de hombros.

Todo fueron primeras impresiones porque no nos dimos el placer de conocernos bien.

Axel e Isadora entraron en la cocina y nos dispusimos a cenar en familia. Desconecté durante toda la cena y me puse a pensar en Carmen, no fue a clase aquel día y ni siquiera le llegaban los mensajes que le escribí durante todo el día. Me preocupé, aunque sabía que ella era así, cuando estaba mal apagaba el móvil y no dejaba que nadie la viera. Pensé en bajar a verla, pero tuve que quedarme un rato más en el entreno y llegué tardísimo a casa. En los últimos meses me estaban exigiendo más de la cuenta, al final los juegos olímpicos estaban a la vuelta de la esquina y la presión se notaba. Aquellos serían mis primeros juegos y la ilusión y las ganas que tenía se convirtieron en la mejor sensación que pude experimentar.

La pantalla de mi móvil se encendió dejándome ver un mensaje de mi amiga. Respiré aliviada al recibir noticias de ella. Me limpié la boca y cogí el dispositivo con ambas manos para leer lo que me había escrito. Tata, puedes bajar? Te necesito. Quédate a dormir si quieres.

Miré a mis padres y mediante lengua de signos les comuniqué que dormiría en casa de mi amiga. Mi día a día era aquello, me pasaba el día signando incluso cuando Isadora no estaba en casa. Se volvió rutina y hubo veces en las que me costaba hablar.

— Vale, cógete la mochila y las llaves. Mañana madrugamos, Axel juega —me recordó Sergio, asentí con la cabeza mientras me levantaba de la mesa y recogía el plato, el vaso y los cubiertos.

— Si me da tiempo voy —dejé todo en el fregadero y procedí a salir de la cocina, pero mi padre me frenó.

— Cógete algo de postre —rodé los ojos y caminé hacia la nevera. Cogí una pera y la lavé antes de salir de la cocina.

Plaies d'amour ▪︎ MARC GUIUWhere stories live. Discover now