9 - Dolor

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La misma energía que lleva a un hombre a convertirse en villano, haría de él algo útil para la sociedad si esa sociedad estuviese bien organizada. ~Mary Shelley.
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—Es absurdo —pronuncia Lord Voldemort en voz alta, los pensamientos intrusivos no han dejado de molestar desde la llegada de la carta y el tiempo transcurrido hasta la fecha se había convertido en una tortura.

La verdadera razón de su molestia no es otra que sus propios sentimientos, cosa que ha estado renuente a aceptar, atribuyendo su preocupación a la costumbre, al estar tantos meses al pendiente de James. Se recuerda nuevamente que el chico no es más que una herramienta para el bienestar de sus objetivos.

En los últimos minutos al menos treinta objetos han explotado de forma un tanto dramática a su alrededor, los mortifagos entendiendo el peligro manejan una prudente distancia, esa tarde ni siquiera Lucius se atreve a acercarse.

Toma una respiración profunda y desaparece rompiendo las barreras mágicas que protegen la propiedad, en ese punto le dan un poco igual las consecuencias, una de sus mejores cartas peligra.

Se aparece en una casa de campo, ya había hecho su investigación y era efectivamente de los Potter, pero llevaba años sin utilizarse. James no se ve por ninguna parte y el abandono del lugar no indica que esté cerca. La parte cuerda de su cabeza le advierte del peligro, de que puede ser una trampa, aunque no crea capaz al chico de hacerlo, aun así va preparado con una lista muy dolorosa de maldiciones.

Un breve recorrido y en la casa no se encuentra con James, pero desde una ventana lo observa de pie en el jardín, está de espaldas por lo que no puede ver su rostro o alguna pista que le indiquen los resultados de esa tarde.

Prepara su actuación, que cada vez lo es menos, y a pasos suaves se acerca al chico, sabe que James lo ha notado cuando sus hombros se tensan, y Voldemort no entiende porque su pulso se acelera, James da la vuelta y una avalancha de destrucción los rodea.

—James... —Las palabras mueren en su boca al notar la expresión en el rostro del chico.

Transcurren varios segundos en los que ninguno dice nada, James lo observa fijamente, detallando su rostro, buscando algo que parece no encontrar, Tom no lo sabe aún, pero el chico busca una señal de que las palabras del director fueron una mentira, una mínima esperanza que todo sea una confusión, cosa que claramente no es, por más que su corazón enamorado quiera creerlo, la verdad está delante de sus ojos, Tom Ryddle y Lord Voldemort son la misma persona.

—Buenas noches, Tom —James remarca las sílabas de su nombre, ese nombre muggle otorgado por su madre. El chico se esfuerza, luchando para que su voz se mantenga firme, entonces le da fin a esa pausa que parece detener el mundo entero—. ¿O debo llamarte Lord Voldemort?

— ¿Qué...

Tom queda petrificado, cualquiera pensaría que a consecuencia de un hechizo, pero no, entender las palabras de James le toma más tiempo del que debería, y es justo eso lo que el chico necesita para confirmarlo, entonces se rompe lo que queda del corazón de James, ya no hay esperanza, solo la cruel realidad de que ha sido utilizado.

— ¿Debería hacerle una reverencia o suplicar por mi vida? ¿Cuál es la forma correcta de dirigirme al señor tenebroso? —la voz de James se escucha rota, probablemente de llorar, pero en ese momento no hay lágrimas, sólo rabia, un resentimiento a causa de un corazón roto.

Los segundos pasan y Tom sigue sin saber qué responder, no se supone que la revelación ocurriera de esa forma, lo que tampoco alcanza a comprender es esa emoción extraña que le cubre, una parte de si quiere buscar las palabras que puedan consolar a James, que quiten de su rostro los sentimientos de dolor.

El amor de la SerpienteWhere stories live. Discover now