Salamandra

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Caminando entre las callejuelas que ascienden en el pueblo, llenas de humedad, al fin, por las primeras lluvias de un otoño que pronto llega, se mueven las salamandras; hermosas criaturas negras y amarillas, en el silencio de la noche, haciendo lo que les place, sólo hasta que algún gato rezagado aparece.

Las cuatro estaciones habíamos quedado para encontrarnos, ponernos al día; no es tan fácil encontrar salamandras en la ciudad.

Hablamos del mundo, para variar. De cómo la sociedad está absorta en problemas banales que no nos permiten avanzar. Hablamos de libros, que contemplaban realidades alternativas, que proponen cuestiones vitales, que desordenan este orden irreal al que llamamos vida. Hablamos de la incertidumbre, del miedo, de la locura transitoria de los días que acontecen en una falsa tranquilidad.

No era de esperar que aquellas conversaciones terminasen bajo una farola, la única luz nocturna, una despedida cordial; habiendo reído, comido y bebido para sanar esa sensación de intranquilidad. Se iban a casa agradecidos porque lo que prevalece en el tiempo es el amor por la sencillez. Y sabían que en aquel momento todo lo que resplandecía por el agua de la lluvia, quedaba dormido en la noche bajo la atenta mirada de las salamandras. No hay nada como el hogar. Y ahora que los gatos duermen, pongámonos a soñar.


El Blog de Aura BlueWhere stories live. Discover now