CAPITULO 8

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“En este mundo hay muchas cosas buenas y malas más malas

Si tú eres un dulce pájaro el alcon te casará

Pero si tú eres el alcon tu serás el que case”

La mujer caminaba perdida en sus pensamientos hasta llegar al harem donde la felicidad de algunos dominaba

La fiesta que el sultan había preparado para ella y su bebé era hermosa y aunque no se compara con otras fiestas ella estaba emocionada pues sabía que la que se había encargado de eso era la sultana hurrem

Llegó a los talones de las sultanas y hiso su correspondida reverencia

—sultanas—dijo ella mientras levantaba su cabeza siendo ignorada por de el cabello rojo

—felicidades mujer darás un bebé a la disnastia—dijo una mujer con mirada fetos pero aura triste

Rápidamente supo que era la sultana hatice

—cuídalo a partir de ahora ese bebé es lo único que importa—dijo otra con aires de grandeza

Handan solo sonrió y después miro a las mujeres que no la habían felicitado

—sultanas—hablo captando la atención de la demás—cargo en mi vientre al bebé del sultan no planean felicitarme

Claro que lo que quería handan era provocar pero que era la vida sin un poco de diversión

La más joven miro a su madre sabiendo que no diría nada y si lo hiciera sería para amenazar

—mi madre y yo te felicitamos mujer—dijo la joven—esperemos que nazca bien y con salud

La pelinegro sonrió sabiendo que aquella sultana era Mariam

La hija amada del sultán con ella es con quién tendría especial cuidado

Handan hizo una reverencia despidiéndose  para ir con sus fieles amigas

—no las hagas enojar   handan es mejor quedarse callada—le advirtió su amiga mientras la veía comer

Mientras tanto las sultanas se encontraban en un momento tenso

—me sorprendes hurrem pensé irías con su majestad a llorarle—dijo la sultana hatice mientras la veía burlonamente

La mujer peli roja solo suspiro y la miro con una sonrisa

—no hay necesidad de molestar a mi sultán con algo tan insignificante con una miner que pronto olvidará—dijo hurrem

—te estás tomando muchas atribuciones—dijo la sultana hatice

—no lo hago sultana solo digo lo que se que pasara—dijo ella—el sultán me ama

Firuze que de lejos escuchaba su conversación solo suspiro y miro a aquella favorita encontrándose con la sorpresa de que estaba mirandola

Handan solo sonrió y le reverencio en señal de burla

Firuze solo bajo la cabeza pues aquella mujer era por decirlo así impredecible

Lo mejor era seguir en las sombras

Handan sabía que estaban hablando de ella pero no le importaba ya que no necesitaba más que ver cómo se cazaban entre ellas

Pero algo cambio los planes

La humedad que sentía debajo de ella la confundió

Cuando menos lo esperaba las contracciones empezaron a caerse presentes

Las mujeres del harem se dieron cuenta y rápidamente empezaron a llevarla a su habitación

Cuando la dejaron en su habitación el trabajo comenzó

Handan sentía como si la vida se le fuera a ir
No se supone que nacería ahora

Faltaba para que diera a luz y eso le aterraba

Mientras tanto el sultan fue llamado

Cuando se enteró que su favorita daría a luz Se preocupo apenas tenía 6 meses y todavía faltaba para el parto

Corría el riego de que su favorita como sus hijos no lo lograran

Así que se inco y lo que nunca había echo lo hizo le pidió a ala que protegiera a su mujer y a su hijo

Le pedía con todo el corazón que los salvará

Mientras el pedía por ella las demás pedían para que no pasará la noche y muriera

Cuando todo termino todos fueron llamados

En ese lugar se encontraba el sultan y sus consortes al igual que su hija

Cuando la doctora salió

Los miro y sonrió

La sonrisa de la doctora alivio al sultán

—la mujer está bien, pudimos salvarla a ella y a sus hijos—dijo mirándolos

El sultan no perdió tiempo y paso apresurado sin percatarse de las palabras dichas por la doctora

Cuando entro miro a la mujer en la cama

Se acercó a ella y beso su frente

—que son—pregunto la sultana hurrem esperando que fuera niña

—felicidades la Hatun a traído a dos príncipes y una sultana a esta dinastía —dijo con una sonrisa

El aire se detuvo y hurrem palidecio

Como era posible se  preguntaba

Ella que había amado al sultán y la sorpresa fue que había otra mujer que le había dado tres hijos al sultán

No uno sino tres

Por un momento pensó en llorar pero recordó quienes estaban

Así que solo se contuvo

El sultan sonreía por la emoción nunca había tenido esa maravillosa suerte además de que no solo eran dos príncipes si no que también le había dado una sultana

Una hermosa sultana

Solo tenía una hija pero no se le había dado la dicha de otra hasta ahora

El sultan sonrió y pregunto

—quien es el mayor—dijo

La doctora hablo

—es el—fijo señalando a uno de los bebés que venían

El sultan lo tomo y empezó el rezo

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