Capítulo 2

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Me asustó el sonido de mi alarma. Abrí los ojos como pude para poder alcanzar mi celular en el lugar en el que estaba en mi mesa de noche y la apagué. Me giré boca arriba y volví a cerrar los ojos por un momento, respirando hondo. Lamentablemente no podía darme el lujo de seguir durmiendo por más que quisiera. Levanté mi celular para ver si no tenía mensajes nuevos, siempre me levantaba con la esperanza de tener el mensaje de alguna persona que no hubiera estado ahí la noche anterior, aunque la mayoría de los días solamente me recibía la notificación de Duolingo de que necesitaba completar mi lección del día. Y hoy no fue la excepción, fuera de eso, no tenía más mensajes.
Lo primero que hice fue lavarme los dientes, después fui a la cocina, pero antes de prepararme mi taza de café de todos los días (que básicamente fungía el rol como mi desayuno), fuí a buscar el bote de comida para darle de comer a mi pez. Goldi ha sido mi único amigo fiel desde que me mudé. Aunque si soy honesta es la mejor compañía que podría tener. Un pez no causa demasiados problemas pero al mismo tiempo escucha cada que le cuento sobre los míos y tengo la certeza de que jamás me va a juzgar. Me acerqué a la pecera de cristal, asomando la cara por la parte de arriba y dejando caer un poco de comida hacia la superficie del agua.
No pasó mucho tiempo antes de que Goldi saliera de su refugio a comer.

—¡Hola! Buenos días—dije, con una voz un poco más aguda de lo normal. Abrí la boca como para decir algo, pero después la cerré. Mis cejas se juntaron en un ceño fruncido—. No quiero ir a trabajar.

Goldi dió una vuelta en el agua, moviendo las aletas a sus lados.

—A veces quisiera ser un pez, tu vida se ve menos complicada que la mía. Deberíamos de cambiar lugares.

Levanté una mano y toqué el vidrio de la pecera con las yemas de mis dedos. La idea de ir a trabajar y no poder quedarme en casa era todo menos placentera, pero la idea de que iba a ver a Jeremy hizo que el estómago me diera un vuelco y me sintiera mejor al respeto de la idea de salir. Fuí hacia mi recamara para poderme bañar y después arreglarme. Más o menos treinta minutos después salí de la casa.
Caminé hasta la parada del autobús, cuando llegó, tomé uno de los asientos que están en la parte de atrás. Estaba casi totalmente vacío, a esta hora jamás había demasiadas personas en el transporte.
Pasaron unos cuantos minutos en los cuales me dediqué a mirar por la ventana, hasta que el autobús se detuvo en una de las paradas. Alguien se subió al camión y escuché que una voz extrañamente conocida le agradecía al conductor por algo que no alcancé a percibir. Volteé para verificar que mis pensamientos no fueras meras alucinaciones y efectivamente estaba en lo correcto. Era Jeremy. Sentí como el calor subía hacia mis mejillas, que seguramente se estaban tornando de un color rojo intenso. ¿Qué estaba haciendo aquí?, jamás lo había visto tomar este mismo autobús por más que había tomado la misma ruta desde que entré a trabajar. Antes de que él se percatara de que estábamos en el mismo lugar, fijé mis ojos en algún punto muy lejos de él, hasta que por el rabillo del ojo alcancé a percibir que se sentó a dos sillas de distancia de mi.
Me aferré con las manos a mi asiento y traté de respirar profundo y calmar mi respiración, si mantenía la cara baja, probablemente no se daría cuenta de mi presencia y se bajaría tan pronto como llegáramos al parque. O tal vez no.

—¿Hailey?

Maldita sea. En ese momento solamente quería que la tierra me tragara completa y desaparecer de la faz de la tierra. No quería voltear, pero yendo en contra de todos mis principios, volteé la cabeza para poder mirarlo. Ugh qué bien se veía, tenía el cabello húmedo, probablemente por qué había tomado una ducha en la mañana, y sus ojos azules se veían todavía más claros por la luz que entraba por la ventana. Simplemente no pude contestar.

—Si te llamas Hailey, ¿No?—inquirió—. Trabajas en el carrito de helados.

Asentí con la cabeza.

Sugar Free LoveOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz