❥ ; 25 - Danheng

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Kristov se despertó algo inquieto. El huevo estaba entre su cuerpo y el de Dante, guardando el calor de ambos. Prefería dormir con él en lugar de dejarlo en otro sitio o con la nodriza. Era su primer huevo, su primer hijo y no iba a dejarlo solo.

—Dante...— susurró y dejó un besito en su mejilla. —Buenos días.

El alfa se removió un poco al sentir ese beso y sonrió antes incluso de abrir los ojos.

—Buenos días amor... —susurró adormilado y se acercó para devolverle el besito en los labios.

—He tenido una pesadilla... —murmuró y se escondió en su cuello. —Tengo miedo de que Danheng te haga daño...

—Hey, tranquilo... Soy fuerte y estoy entrenado para esto, una pelea contra un alfa no es nada —respondió y abrazó con cariño a su chico, siempre teniendo cuidado del huevo que estaba entre ellos. —Además, no hemos tenido noticias de él en dos meses...

Kristov no conocía mucho a Danheng, pero conocía a los de su especie y probablemente estuviera preparándose para la batalla. Suspiró y miró a su alfa.

—Otro de mis poderes son las premoniciones, no suelo tener muchas, pero suelen ser en sueños... lo he visto— confesó. —No estaba solo, estaba con un chico al que no había visto nunca.

Aquello sí que logró que el alfa se tensara un poco, sobre todo porque sentía la preocupación de su chico.

—¿Qué has visto exactamente? —cuestionó el cánido, tal vez así podría hacerse una idea de lo que le esperaba.

—Estaba con un hombre alto, era... como tú, un cánido —explicó Kristov. Sabía que estaba cerca, lo presentía.

A pesar de que Dante no tenía más información que él, aquello no resultó alentador. Tenía un mal presentimiento y su instinto le hizo ponerse alerta.

—Hablaré con mi padre... tal vez pueda ayudarnos a aclarar ese sueño.

Kristov asintió y se acurrucó sobre el huevo. Confiaba en Dante, sabía que iba a salir ileso, pero no podía evitar tener miedo de perder al amor de su vida ahora que lo había encontrado. Cerró los ojos unos instantes y la puerta sonó, alguien estaba llamando.

—Niños, tenemos visita —la voz de Tartaglia hizo eco desde el otro lado de la puerta.

—Ya vamos, mamá —respondió Kristov. Sabía que debía dejar el huevo con la nodriza, pero prefirió no separarse de él. Pidió que le hicieran un arnés especial para llevarlo pegado a su pecho, así podía bajar y subir, como los mamíferos que siempre llevaban a su cría encima, o más bien, dentro.

Cuando estuvieron listos, juntos se dirigieron al salón principal donde esperaba aquella visita. Los ojos de Dante se iluminaron y su cola comenzó a moverse felizmente de un lado a otro cuando vió frente a él a su padre y a Kaveh. Habían pasado ya dos meses desde que se fue y por desgracia no había podido ver a su familia en ese tiempo, aunque procuraba hablar cada día al menos con su madre para que se quedara tranquilo.

—Papá... —dijo y no dudó en ir hacia ellos para abrazarlos. Era un adulto, iba a casarse y estaba esperando un hijo, pero en ese momento se sentía pequeño de nuevo.

—Tignari no ha podido venir —dijo Kaveh mientras acariciaba el cabello de Dante. —Pero dice que te quiere mucho y que te echa de menos.

Kristov miró la escena completamente enternecido mientras abrazaba el huevo. Kaveh también esperaba un bebé, pero se notaba menos. Era mucho más llamativo llevar un huevo a cuestas todo el tiempo.

—Yo también le quiero, y a vosotros... y os echo de menos —dijo el joven alfa y suspiró. Se separó un poco y entonces miró a su padre, Alhaitham parecía más relajado que cuando se marchó de casa, y en efecto lo estaba.

Destinos entrelazados (omegaverse) [FINALIZADA]Where stories live. Discover now