-¡No puedo! ¿Entiendes eso? ¿Cuándo vas a entender que los quiero a él y a ti juntos, a mi lado?
Hago una mueca de desprecio- Eres un monstruo, el peor de todos. No te importa destruir la vida de tu hijo con tal de ver satisfechos tus deseos.
-¡Te ofrecí una vida, maldita sea! ¡Te dije que te casaras conmigo y tú no quisiste!
-¿Y qué querías que te contestara? Estabas a un día de casarte, y Tanya... Ella no se merecía que yo... que nosotros... -súbitamente me siento débil y cansada. En el fondo sé que esta es una discusión perdida, un punto muerto al que he llegado no sin rehusarme; palabras de enojo expresadas a un muro que me regresa, justo a la cara y con infalible puntería, todo el peso de mis actos pasados.
Hablarle a Edward es hablarle al aire, a un ser que no oye, solo finge hacerlo para finalmente ignorar. Esto me hace sentir miserable y derrotada en una profunda manera porque sé que, independientemente de cuánto se alargue esta charla tan poco amistosa, terminaré por volver a aquel pent-house; aún cuando el hombre frente a mí -el padre de mi hijo- acaba de amenazarme letalmente hace unos minutos.
Con voz resignada y actitud rendida, murmuro:
«Iré por Anthony y por las maletas».
Hay la sombra de una sonrisa en su perfecto -y odiado para mí- rostro.
-Te ayudaré con eso.
Me sigue hasta el cuarto en donde Anthony está plenamente dormido y, en cuanto lo levanto de la cama con algunos esfuerzos, él comienza a abrir los ojos entre quejidos y bostezos. Trato de arrullarlo para que vuelva a caer profundo, pero Edward viene y me lo quita de los brazos. Ahora Tony está completamente despierto.
-Hola, campeón -saluda Edward con una voz dulce- ¿me extrañaste?
El niño le sonríe y se carcajea.
-Pa-pá -expresa emocionado.
Edward juega con él un poco más hasta dirigir la vista hacia la pila considerable de carpetas y folders sobre la mesa. Recojo los labios en una fina línea. Aquí vamos...
-¿Qué es eso?
-Cifras -sinceramente, no hay necesidad de ser más explícitos.
-¿De quién?
-De una empresa -me limpio las manos sudorosas en la parte trasera de la falda. ¿Cómo puede lograr colocarme tan nerviosa con una simple mirada?
-Isabella, deja de ser tan críptica. ¿Qué haces con las cuentas de una empresa? -su tono en engañoso, porque es suave y bajo, y por un segundo me hace creer que puedo contarle todo sin miedo alguno.
-Conseguí un empleo ¿bueno? -para no estar quieta frente a él, me dirijo a la maleta y la pongo sobre la cama para meter dentro las pocas prendas que están regadas por la habitación.
-No, bueno nada. Lo dejarás ahora mismo. Mi hijo no se puede quedar solo.
-Relájate, yo ya sé todo eso. Verás, el trabajo es desde casa y sólo tengo que ir de vez en cuando para reportar resultados ¿de acuerdo? E incluso entonces, puedo ir con el niño a la oficina.
Edward entorna los ojos, sé que está sopesando mi respuesta, y eso me enfurece hasta nuevos niveles.
Carajo, soy una mujer adulta, no necesito que nadie apruebe o no mis decisiones.
-Bien -sisea- Pero en cuanto empieces a descuidar a nuestro hijo...
-Edward -interrumpo con una falsa sonrisa condescendiente en el rostro- Deja de hablarme de esa manera, pareces mi padre. Y detén tus amenazas -cierro la maleta- Dios, no te soporto -esta última parte la dijo en voz muy, muy baja, pero él me escucha.
BINABASA MO ANG
Fireside
FanfictionLo peor que pudo hacer Bella Swan, ex estudiante de economía, fue haberse metido con Edward Cullen, el gerente de recursos financieros de Seattle quien está dispuesto a todo por llegar al poder político. Salir embarazada no estaba en los planes, y m...
Capítulo 5.
Magsimula sa umpisa