-¿Sólo un poco más? Eso puedo intentarlo -contestó Goku con una sonrisa- ¿Cómo sabías dónde vivo? Creo que nunca te comenté eso.
-Como presidenta del consejo estudiantil hay cosas que sí o sí tengo que saber -Sona desvió la mirada, como si quisiera esconderle una cosa.
-Hoho la presidenta me espía -dijo Goku fingiendo un falso drama y Sona le fulminó con la mirada. Goku soltó una leve carcajada.
-Si yo no tengo un ojo sobre ti, ¿quién más lo hará? -le preguntó Sona cruzándose de brazos.
-Yo -una voz femenina sonó desde el interior.
Sona se quedó muda cuando apareció una mujer voluptuosa en la puerta. Y ella sólo estaba cubierta por una toalla. Y sí, igual que Goku.
La mente de Sona hizo click. Empezó a correlacionar hechos rápidamente y no tardó en concluir que entre ellos había algo extraño.
-Ah, vine en mal momento. Adiós -dijo Sona dándose la vuelta. Goku parpadeó confundido.
-¿Quién era ella, Ashikabi? -inquitió Tsukiumi cerrando la puerta- No me parecía una Sekirei.
-Es la presidenta de mi escuela, y creo que la asustaste -respondió Goku yéndose a su cuarto.
-¿Insinúas que soy espantosa? -Tsukiumi reprochó siguiendo los pasos del azabache.
-Sí, para qué engañarnos -contestó Goku sin dilaciones mientras que se ponía una camiseta.
Tsukiumi empezó a rabiar hasta que Goku la lanzó una camiseta a la cara, dejándola callada.
-Vístete eso para dormir, estoy cien por cien seguro de que no tienes más ropa contigo -habló Goku poniéndose un pantalón pijama de rayas.
-Hmpf -Tsukiumi tampoco negó, era verdad.
Se quitó la toalla y se puso la camiseta, que le llegaba hasta las rodillas, dejando sus piernas a la vista. Pero hey, sin bragas en su entrepierna.
-Como dije tienes pollo en la nevera, yo ya he comido así que me voy a descansar -habló Goku tumbándose en la cama. Necesitaba dormirse.
Una vez tumbado, volvió a sentir unos brazos alrededor de él. Tsukiumi estaba recostaba y le abrazaba la espalda, como antes en la ducha.
-Veo que te gusta abrazarme. Buenas noches -comentó Goku apagando la luz de la habitación.
Tsukiumi tampoco negó, cerró los ojos con una sonrisa. No había sido un mal día honestamente.
Más tarde.
Fuego.
Fuego es lo único que veía a su alrededor.
Intentó moverse pero no podía, una lámina de hierro atravesaba su pecho, sangraba sin parar.
"¡Hi-hijo!"
Abrió sus ojos y vio cómo su madre intentaba extender el brazo para alcanzarle, para salvarle.
"Daima n-no te..."
Él intentó hacer lo mismo que ella.
