-¡Oyeee! Yo quiero agua caliente -se quejó Tsukiumi girando el botón- ¿No ves que es de noche? ¿Acaso quieres que yo me resfríe?

-Mientras pagues tú las facturas -musitó Goku. De repente sintió un par de brazos a su alrededor. Y los labios de ella en su oreja.

-P-por tu culpa tengo frío, ahora tendrás que darme calor -Tsukiumi murmuró con un sonrojo en su rostro, pegando su cuerpo al del chico.

Goku sintió unos orbes enormes pegados a su espalda, y estos comenzaron a acariciarle la piel.

Las manos bastante enjabonadas de Tsukiumi empezaron a masajear su cuerpo, esparciendo el gel de manera suave y tranquila por el abdomen.

Tsukiumi notó de que el abdomen de Goku estaba fornido. Sus suaves dedos palparon una cicatriz no pequeña en el centro de su pecho.

-¿Y eso? -preguntó la chica con curiosidad.

-Una herida que jamás cerrará -respondió Goku mirando al suelo, como si no quisiera recordarlo.

Las manos de la joven rubia descendieron, topándose con un intruso en su camino. El rostro de Tsukiumi se puso rojo como nunca antes.

"Cálmate, cálmate"- pensó intentando calmarse.

Si Goku veía su reacción, quizá se burle de ella. Debía mantenerse siempre fuerte ante él. Esa era su actitud. Por lo que tragó saliva rápidamente.

Debía dar la vuelta a la situación.

-¡Me parece que he despertado a tu amiguito! -Tsukiumi calmó su rubor con un tono juguetón.

-No le hagas caso, siempre se pone rebelde -respondió Goku sin darle mucha importancia.

Tsukiumi se quedó atónita. No sólo no cayó en su juego de palabras, sino que la evadió sin más.

"¡Esto no se va a quedar así!"- exclamó ella.

-Si quieres, puedo volver a dormirlo Ashi-ka-bi -susurró ella pero de pronto Goku cerró la tina de agua dejándola totalmente absorta por aquello.

-Quien se irá pronto a dormir soy yo, qué sueño -respondió Goku bostezando, y salió de la ducha.

Tsukiumi apretó sus puños mientras que veía cómo se marchaba Goku. No podía permitir que su orgullo como mujer se quedase tan horrible.

Goku suspiró yendo de camino a su cuarto para vestirse, pero de repente el timbre de casa empezó a sonar. Solo tenia la toalla encima.

"Ojalá sea un repartidor de pizza que se ha equivocado de piso"- pensó Goku pero estas buenas cosas solo ocurrían en las películas.

Al abrir la puerta Goku se llevó una increíble sorpresa, quien estaba ahí no era otra que Sona.

Sona se quedó sumamente anonadada, más que nada por ver semidesnudo a Goku y con su cuerpo humedecido, recién salido de la ducha.

-So-chan, ¿qué haces por aquí a estas horas? -preguntó el azabache con una pequeña sonrisa.

De pronto, Sona le golpeó con un abanico en la cara. -¿Qué te he dicho antes de los honoríficos?

-No sé, a partir de las diez de la noche tengo Alzheimer -contestó Goku rascando su cabeza.

-Ah, en fin, me rindo -Sona se frotó las sienes- Dejaste tu mochila en la sala de música clásica.

-No la dejé, iba a ir a por ella mañana -agregó Goku tomando la mochila con una gran sonrisa.

-Eres bastante descuidado Son-kun, sé un poco más serio -respondió Sona ajustando sus lentes.

DaimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora