JACINTO Y LUCIFER

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La sala estaba completa de gente, todos esperando con rostro sombrío y cabeza agachadas excepto uno, un hombre mayor dibujaba una sonrisa mientras miraba al frente, con la espalda reposada en la silla y un bastón entre sus manos, esperando en una sala parecida a cualquier sala de espera que hubiera visto a lo largo de sus 86 años, bien iluminada y en un excelso silencio que no se rompió siquiera cuando se abrió la puerta que tenía enfrente y de la cual apareció una muchacha que le pareció demasiado joven para ser quien creía, está le miró sin emoción ninguna en el rostro y con una voz dulce y melodiosas dijo:

-“Jacinto Tireno Ochoa, es su turno”

El hombre se levantó sin dejar su sonrisa y comenzó a caminar hacia la puerta.

Entró en una sala pequeña y semicircular, con tres puertas con unos garabatos que Jacinto no entendía, la puerta de la izquierda era negra, lisa y algo más ancha que una puerta común, parecía sencilla en comparación con el marco que la rodeaba repleta de dibujos de cabezas con cuernos y calaveras, la del medio era a todas vistas una puerta marrón, de madera, demasiado común si no fuera por la altura que parecía echa para gigantes e igualmente ancha para que pasará un ejército por ella y para finalizar, la puerta de la derecha, blanca e inmaculada, con dos alas haciendo de marco que la dotaba de un poder de atracción inmenso.

El hombre sin dejar de sonreír visualizó la puerta de la izquierda convencido de que era el lugar por el que debería de entrar, de echo fue él quien cerró el trato que ahora debería cumplir.

-“Jacinto -dijo la chica rompiendo el silencio de la sala- puedo preguntar por qué llevas es sonrisa si sabes dónde vas a ir?”

Él la miró con la felicidad dibujada en su rostro, suspiro y comenzó hablar.

-“Yo mismo cerré el trato, se lo que me espera, pero no puedo estar más feliz, mi nieta se curó y tendrá una vida sana y feliz, así como sus descendientes, a mi me quedaban pocos años ya de vida, así que no fue un mal negocio”

De pronto la mujer se retiró a un lado y de abrió la puerta de en medio, justo delante de Jacinto y apareció delante de sus ojos la que posiblemente sea la mujer más hermosa que hubiera visto en su vida, sorprendido dio un paso atrás y antes de poder articular palabra alguna y cómo si le estuviera leyendo el pensamiento, aquella mujer mirándolo fijamente le dijo.

-“Soy la primera creación, por lo cual, la más perfecta de todas, por qué pensabas que sería un hombre?”

El hombre no dijo nada, sólo se quedó mirando, mientras ella señalaba a la primera mujer.

-“Muerte, tú turno”

Esta juntó las palmas de sus manos y las fue separando lentamente en vertical mientras se iba desplegando una especie de pergamino.

-“Jacinto Tireno Ochoa, aquí presente y cuya firma efectuó de forma libre, entrega su alma a Lucifer, también aquí presente, a cambio del bienestar y felicidad por el resto de la vida de sus nietas y próximas descendencias, así es y así será.”

-“así es”- dijeron al unísono Lucifer y Jacinto

El hombre dio un paso al frente con su inseparable bastón y Lucifer le hizo un gesto con la mano para que se detuviera.

-“Allá dónde vas no lo vas a necesitar”

-“Es la costumbre y si no le importa que lo lleve conmigo me gustaría que acompañara en mi viaje”

Lucifer lo miro y sonrió.

-“Es tú cuerpo el que se queda aquí, no puede entrar a los lugares sagrados, sólo tu Alma”

Claro, Jacinto no se había percatado de que su cuerpo lo acompañaba, ni tan siquiera sabía que hacer o decir.

-“Tranquilo, tendrás tiempo para aprender, al igual que en la vida, en la eternidad se aprende mucho, yo misma he aprendido mucho, incluso tu mujer me enseñó”

El rostro de Jacinto se torció en una mueca de incredulidad, su mujer con Lucifer, ella estaba en el infierno? No lo podía creer y sus ojos empezaron a humedecerse.

-“Carmina?”– preguntó sin querer conocer la respuesta- “pero ella fue una gran mujer y una buena persona, no puede estar allí”- decía mientras sus ojos dejaban caer lágrimas

-“Cuando le conté nuestro trato -empezó a decir- sonrió diciendo que si eso no era un acto de bondad? Quién mejor persona que alguien que se condene por toda la eternidad para salvar a otros, y tiene razón, yo estoy aquí para castigar a los que hacen mal en la vida, para castigar a esas personas, ahora dime Jacinto, que has hecho de malo en tu vida?” –

Jacinto dudaba, se había quedado en silencio sin saber que decir o hacer.

-“Si es querido Jacinto, no puedo condenar a alguien que no ha conocido la maldad en sí”-

Lucifer se dirigió a la puerta blanca, posó su mano sobre el dibujo de esta y se iluminó, creando llamas hasta ser completada, y la puerta se abrió.

-“Dios no interfiere en los asuntos de la humanidad, esto corre a cargo de los ángeles y en ocasiones de mí, he visto tu sufrimiento y lo he hecho desaparecer a cambio de acortar tu vida unos meses, me he comprometido a la felicidad de los tuyos y así será, ahora no te demores y ve a buscar a Carmina, ella lleva años esperándote, tú felicidad está bien ganada, el Paraíso es ahora tu hogar”.

  ®KARL GaPa

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