Especial de Halloween 2023 [Parte 1]

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Al fin algo de civilización. Y, bueno... No estaba mal. Hacía apenas unos minutos que había dejado de llover, y la naturaleza les regalaba un bello arcoíris de bienvenida. Vio las primeras casas, tan pintorescas y de estilo europeo, algo que no creerías que podías encontrar en ceja de selva de un país latino. Y es que, por los azares del destino, un grupo de inmigrantes austro-húngaros que huían de la primera guerra mundial llegaron a ese lugar, y fundaron Villa Paraíso. Un lugar que acabó siendo bello, próspero, y muy especial a su parecer. Bien, quizá se equivocó, tal vez el viaje si valió la pena.

—¡Al fin! Seguro que Diego nos espera con cafe recién hecho —añadió Milla muy emocionada. Mientras, Lanslet tomaba fotos desde su ventana.

—Pues no creo que él sepa preparar un buen café.

—Claro que sabe —respondió Milla, y además frunció el ceño—. Ha sido barista, y además tiene trabajo.

—Robar celulares y vender pasta básica de cocaína no cuenta como trabajo.

—¡Danielle! ¿Qué tienes contra los barrios altos? ¡Eres una clasista!

—¡Y tú tienes complejo de salvadora blanca!

—Oigan, no hay señal aquí... —interrumpió Lanslet, incluso sacó el celular por la ventana—. Quería subir una historia, y nada de nada...

—Qué raro, aquí sí llega la señal de "Robistar" —dijo Milla. Y para comprobar que quizá era un error de su primo, ella verificó el suyo. Nada de nada. Ni una maldita línea.

—Mierda... Como no tengas WiFi, me mato.

—Danielle Bautista-Montagny. Ya hablamos de esto, es un espacio de relax...

—Quiero matarte, así que no lo empeores.

—Mira, ya llegamos. —Ignorando sus amenazas de muerte, Milla señaló al frente. Y allí estaba la cabaña.

En realidad, eso era una forma tierna de decirlo, porque de cabaña tenía muy poco. Claro que estaba hecha de madera, como todas las casas de la zona, con techo alto y triangular, dos plantas, balcones. El primer piso estaba rodeado de mamparas, así que pudieron ver la sala de estar, entre otros detalles de lujo pensados por la exigente y quisquillosa señora De Castro. Lo único que desentonaba allí era el malandro de los barrios altos que les daba la bienvenida.

—¿Ese es Diego? Es guapo —comentó Lanslet al descuido, mientras seguía ocupado probando la señal de su celular.

—¿Ya ves? Si un hombre lo dice es porque es verdad.

—Lanslet no cuenta porque es gay.

—Bicurioso —aclaró el otro.

—Ay, por favor —respondió ella, poniendo los ojos en blanco—. Ya no sé a cuantos varones te he visto comerles la boca, conmigo no finjas.

Lanslet no respondió nada, y el auto al fin se estacionó. Por supuesto que la primera en bajar casi corriendo fue Milla, y el tal Diego la recibió sonriente. La estrechó fuerte, y le plantó tremendo beso que hasta a ella la dejó abochornada. Lo admitía, el chico sí era guapo y tenía algo. Ya vería si hacía puntos y lograba caerle bien.

Mientras el chófer las ayudaba bajando sus maletas, Danielle salió al fin del auto, se estiró y respiró aire puro. Lanslet la siguió, y a esas alturas ya se había rendido con el celular.

—Les presento a Diego —dijo Milla muy emocionada—. Diego, ella es Danielle y él su primo, Lanslet.

—¡Hola! ¡Qué gusto! Ya los había visto por Insta —decía el chico muy animado. Y de pronto se le hizo imposible odiarlo.

Frontera de cazaWhere stories live. Discover now