Capítulo IX

1.3K 198 31
                                    

–Pensé que era lo que tú querías.
Eso era lo que pasaba cuando un hombre se dejaba llevar por su apetito carnal, pensó Max. Había racionalizado cada decisión, aunque algunas no tuvieran sentido, pero la verdad es que no podían escapar del pasado.

–Lo que quiero es dejar atrás el pasado, pero no quiero fingir que no ha tenido lugar. Nuestra historia, lo que hemos hecho, todo lo que ha pasado, nos convierte en lo que somos ahora Sergio.
–¿Y si descubrimos que no nos gsta quienes somos?
–Entonces tenemos que cambiar ciertas cosas, uno no se corta una pierna o un brazo por que le duela y nosotros no podemos cortar un pedazo de nuestra historia por que no nos guste.

–¿Entonces por qué me has traído aquí?
Max se apoyó en un codo para mirar sus preciosos ojos marrones.
–Porque sé que estás haciendo un esfuerzo para recordar y esperaba que un sitio nuevo, nuevas caras, pudieran ayudarte. Y por que soy un egoísta y te quiero todo para mí durante un par de días.

–Yo también quería eso–Suspiro Sergio–Ojalá pudiéramos quedarnos aquí más tiempo, ojalá no tuviéramos que volver a Pantelleria.
–¿Puedes decirme qué tiene Pantelleria que tanto te disgusta?
–Allí me siento demasiado confinado, todo se limita ahora a las cuatro paredes de la casa... y me está sofocando.

Por su propio bien, tenía que ser así. No había nadie en la isla que no supiera lo del accidente y las circunstancias que lo rodeaban. Era algo de lo que todo mundo había hablado durante semanas y si Sergio iba al pueblo, sin la menor duda alguien le contaría lo ocurrido. Y le hablaría de Emilia.

–Hay algo en ese sitio que me angustia, pero no sé que es–Siguió–Es como algo oscuro y terrible esperando saltar sobre mi para destrozarme. Y si tú sabes lo que es me gustaría que me lo dijeras.
–Podría ser que discutimos y nos dijimos cosas terribles el uno al otro antes del accidente.
–¿Qué clases de cosas?

Max hizo un gesto con la mano.
–Mis obligaciones como empresario, las tuyas como esposo...lealtades, prioridades, desacuerdos en general–Le dijo encogiéndose de hombros–No es algo de lo que me sienta orgulloso.
–¿Es así como ocurrio el accidente? ¿Discutimos, yo me salí de la carretera por que estaba disgustado y te culpas a ti mismo por dejarme conducir en ese estado?

Max deseó no haber dicho nada porque, si seguían así, Sergio se encontraría tarde o temprano con la verdad. Y no sabía qué pasaría entonces.
–No, yo no estaba en la isla el día que ocurrió. Estaba en Milán. Y tú no ibas conduciendo.
–Ah,ya ¿Entonces quién?

Max hizo una mueca. Ésa era la cuestión que había intentado evitar.
–Una persona que había alquilado una casa cerca de la nuestra, no puedo contarte mucho más, Sergio.
–Pero...
–Pero nada, amore mio–Murmuró él sobre sus labios, pensando que sólo así podría silenciar sus preguntas–¿Por qué estamos hablando sobre otras personas, cuando deberíamos pensar en nuestra segunda luna de miel?

–No lo sé–Susurró Sergio, cerrando los ojos cuando comenzo a besarlo.
Cuando por fin lo hizo suyo de nuevo, enterrandose en él hasta el fondo, lo hizo con cierta desesperación, como sí así pudiera enterrar sus dudas.
Por que no era Sergio el único que temía que la verdad destrozara su recién contrada felicidad.

*:・゚✧ *:・゚✧*:・゚✧ *

El traje de noche que había llevado con él era uno que había encontrado por accidente al fondo del vestidor, detras de los demás, la mayoría aún eran demasiado grandes para él.

Una camisa color perla, en conjunto con una pantalón y chaqueta negra, con unos mocasines del mismo color, y un reloj plateado que decoraba su muñeca. Y por el silbido admirativo de Max, había elegido bien.

Recuerdos de un amor.Where stories live. Discover now