Capítulo 6: La conspiración

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—Yo no llegué a ver bien porque había mucha gente amontonada. Creo que sí, pero igual el nene estaba muy mal.

—¿Se sabe quién lo chocó?

—Sí, el pobre hombre se quedó a ayudar.

—¿Pobre? El muy bestia se lo llevó puesto.

—Bueno, capaz que no fue del todo su culpa.

—¿Enserio? ¿Es problemático ese chico?

—No. Bah, no sé. Yo lo decía porque comentan que los corrió la bruja y por eso se cruzaron en la calle. Les debe haber hecho algo porque para que se asusten los chicos de ahora es medio difícil.

—Mira si va a ser por eso...

—La chica estaba ahí parada. Yo la ví. Hasta se reía.

—¿Qué chica?

—Una flaca, jovencita, con unos pelos colorados horribles.

Colman se sobresaltó al escuchar la descripción. De repente, la conversación se había vuelto más que interesante para él. Echó una ojeada sobre su hombro a quienes había estado escuchando. Uno de ellos se amacaba levemente en su silla sostenido solo por dos patas mientras jugueteaba con un cigarrillo apagado en la boca; otro, considerablemente más joven, se apoyaba sobre la mesa y sostenía una mirada atenta hacia el primero mientras se rascaba un incipiente bigote; y el último, agitaba en círculos su vaso para revolver los hielos y lo que le quedaba de whisky.

—No la conozco —apuntó el del vaso.

—Yo tampoco. ¿Tú crees que fue ella?

—Seguro. —El hombre se quitó el cigarrillo de la boca y comenzó a girarlo entre sus dedos—. No me vas a decir que estuvo ahí de casualidad.

—Buenas noches, señor Colman —saludó Cami, la moza, preparada para servirle lo que deseara. Le ofrecía su mejor sonrisa, como todas las noches a pesar de estar secretamente harta de él y de todos los viejos que se amontonaban en el bar, pero no se atrevería nunca a hacérselo notar a nadie—. ¿Le traigo lo mismo de siempre?

—Sí, chiquita —dijo él, un poco molesto por la interrupción—. Ha sido un día agitado, ¿no?

—Ni lo diga. ¿Se ha enterado de lo que sucedió en la mañana?

—He oído algo, pero agradecería los detalles...

—Si quiere la historia completa y de primera mano, debería hablar con Néstor —señaló con la cabeza al hombre que Colman había estado escuchando a escondidas.

Néstor apoyó las cuatro patas de su silla en el piso y se volvió hacia ellos al escuchar su nombre.

—¿Cómo le va? —Colman se estiró para tenderle la mano—. La señorita me estaba diciendo que usted estuvo esta mañana...

—Oh sí, sí. Terrible, ha sido terrible.

—Eso estuve escuchando. Antes mencionó a una chica...

—Claro, ¿la conoce?

—Más o menos. ¿Qué ha hecho ella?

—Dicen que fue la que provocó el accidente. No sé si los asustó o los persiguió o los engualichó.

—Por favor, Nestor. El señor Colman no debe querer escuchar esas pavadas —intervino Cami.

—¿Pavadas? —inquirió Colman—. No son pavadas. Yo he visto... —Dejó la frase en suspenso. No pensaba revelarles todo de una vez, ni hablarles de su pasado. Prefería guardarse lo personal, el resto, lo utilizaría—. Espero que a ti nunca te pase nada, que ni te las cruces en esta vida.

Cauterio #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora