Cinco minutos... o menos

ابدأ من البداية
                                    

Decidido buscó el salón en el que la joven estaba reunida con el equipo de redacción y con firmeza los interrumpió.

Todos dejaron de hablar en cuanto lo vieron entrar por la puerta. Lily estaba concentrada trabajando y cuando notó que todos habían desviado su atención del trabajo, levantó los ojos y se lo encontró a él.

Estaba serio, con esa actitud imponente que aun la intimidaba.

—Necesito hablar con la señorita Lopez. Es urgente —dijo firme y juicioso.

Ella levantó las cejas al escucharlo. Su tono de voz era firme, como la primera vez que lo había conocido y con timidez se levantó de su silla, imaginándose lo peor.

Lily asintió y bloqueó la computadora antes de salir.

Cogió su teléfono y caminó a la puerta con paso desconfiado.

—En breve regreso —susurró Lily, confundida por el actuar de Christopher.

—Sigan con su trabajo —ordenó Rossi—. Solo nos tomará cinco minutos.

Christopher sostuvo la puerta para Lily. Ella caminó a su lado mirándolo a la cara con terror, intentando averiguar la verdad, pero él no la miró ni una sola vez y eso solo la hizo sentir más insegura.

Él la guio por el pasillo y cuando estuvieron afuera de la sala de reuniones, Christopher la agarró por el brazo con poco tacto y la empujó con firmeza por el lugar.

Todos los ojos se fijaron en ellos. July los miró con curiosidad desde su puesto.

—Señor Rossi... ¿Qué está pasando? —preguntó ella con temor y trató de detener esa marcha apresurada.

Pero Christopher poseía una fuerza con la que ella no podía luchar.

El hombre la llevó hasta el fondo del largo pasillo.

Solo allí la liberó y se plantó frente a ella.

Lily lo miró a la cara, asustada por su actuar.

Solo allí fue capaz de encontrar una diferencia: sus ojos azules no estaban fríos. Muy por el contrario, los sintió dóciles y cálidos.

—¿Hice algo mal? —preguntó Lily.

Christopher la agarró por la nuca y la empujó sobre una de las puertas.

Lily gimió alterada y desconoció el sitio en el que se perdían.

Él la empujó con disimulo hasta el cuarto de baño. Aseguró la puerta detrás de ellos y sin darle tiempo a reaccionar o a decir algo, la volteó, la empujó sobre los lavabos y le levantó la falda.

—Señor Rossi... —gimió sorprendida.

—Solo serán cinco minutos —reclamó él, furioso—. O menos... —musitó, acariciándole el culo terso.

Descubrió que su culo se veía diez veces mejor bajo la falda.

—Señor Rossi... —hipó ella, atemorizada—. ¿Qué estamos haciendo?

Christopher la miró a través del reflejo del espejo. Ella estaba agitada, con las manos apoyadas en el mármol húmedo y con las pestañas batiéndosele a toda prisa.

—Te voy a follar.

—¡¿Aquí?! —preguntó ella, alterada.

—Donde yo quiera, Lily —susurró él detrás de su oreja.

Ella se alteró al sentir ese roce tibio, húmedo, enloquecedoramente placentero. Buscó más contacto y se frotó en su pecho con los ojos cerrados, buscando su boca con premura.

Suya por contratoحيث تعيش القصص. اكتشف الآن