Cinco minutos... o menos

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Se reunieron los dos junto a la puerta.

—Señor Rossi, gracias por recibirme —le dijo ella, cortés.

Se miraron cómplices. Todo el mundo especuló que ya se habían acostado.

Las miradas eran chispeantes, de fuegos artificiales.

—Señorita Lopez, gracias por unirse a nosotros —respondió él—. Necesito que se reúna con el departamento de redacción y que revisen las columnas para que Wintour pueda aprobarlas.

Lily asintió y le miró con timidez. Habría querido decirle miles de cosas, pero se sintió terriblemente intimidada con todas esas personas que los rodeaban.

»Mi agenda está sobre mi escritorio. Le dejé algunas indicaciones. Creo que la reunión se extenderá —le explicó, sabiendo que la elección del nuevo fotógrafo era decisiva.

—Gracias. —Ella le sonrió cariñosa y con tanta dulzura en sus ojos que él pensó que le estaba agradeciendo por el cheque.

Le habría gustado indagar y saber sobre el estado de Romy, pero tenían tantos pares de ojos encima que supo que no era el lugar correcto.

—Nos vemos en un par de horas —respondió Chris y regresó a su puesto para retomar la reunión.

Lily lo miró con agitación; cuando reaccionó otra vez, salió de la sala y caminó apurada hasta la oficina.

Llamó al departamento de redacción y solicitó una reunión urgente. Tras eso, agarró la agenda de Chris y revisó los pendientes.

Se llevó la computadora para continuar respondiendo correos. Había trabajado duro para mantener una cifra de dos números, pero había estado tan ocupada que, la cifra ya tenía tres números en rojo que parpadeaban sin descanso.

Más de doscientos correos que leer y responder.

Lily les ofreció a los encargados del departamento de redacción todas las columnas.

Todas excepto la suya. Ni siquiera se había sentado a escribir la primera línea. Temía no lograrlo. Temía fallar.

Los encargados comenzaron a trabajar. Ella aprovechó del tiempo libre para responder correos y trabajar en las peticiones de su jefe.

Mientras ella cumplía con esa labor, Christopher esperó a que los analistas estudiaran el trabajo de los fotógrafos.

Aprovechó de mirar un poco su teléfono. Tenía muchas notificaciones y descubrió que lo habían etiquetado en diversas redes sociales.

Lo habían etiquetado en las fotografías nuevas de Lily, sobre su chaleco.

Las miró embelesado. No pudo negar que le encantó la falda y verla vestir su chaleco era como recibir un subidón de adrenalina que no lo dejó quedarse quieto en la silla.

Se movió inquieto de lado a lado, intentando quitarse la sensación de excitación que lo estaba volviendo loco.

Se abrió un poco la camisa y notó como una delgada línea de sudor mojaba su pecho. Intentó disimular, pero le era imposible, más al saber que Lily se hallaba allí, tan cerca que ni podía concentrarse.

Se puso de pie y todos dejaron de hablar.

Se tensó y excusó su salida:

—Necesito ir al cuarto para caballeros. —Se rio y todos le sonrieron.

Era el editor en jefe. Era su deber simpatizar con él.

Christopher abandonó la reunión, impulsado por la locura que Lilibeth le hacía sentir. Un revoloteo que lo ponía a sonreír.

Suya por contratoWhere stories live. Discover now