Prólogo

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Una noche deambulé por las lisas paginas de mi biblioteca. Soñaba despierta.

Tocando cada hoja, sintiendo el olor de la memoria... No solo eso, la nostalagia de mi primera lectura me perseguía; las imagenes colgadas, aquellas mostrando una pequeña parte de mi, tan intima, tan pura y conservada de amor hacia ellos, pertenecia a esa esquina. A un hogar que con lágrimas tan ardientes, logré quemar.

Desperté, con el sol mostrándose por toda mi cara. Pensé en que era similar a una planta, dormir con la ventana abierta como si necesitara las energías de una estrella para existir. Aunque no estuvo fuera de mis gustos, el calor de la luz no es suficiente para alimentar mi incoherencia sobre lo que pasa, con 18 años viví creyendo que se que es lo que hago. El porque el mundo sigue su curso mientras algunos vivimos mentalmente o de manera emocional en el pasado o con la preocupación del futuro.

Donde en una sociedad como esta vivimos ocultos de los verdaderos rasgos de una mentalidad fuerte o sana, en una totalidad perfecta. En una cruda realidad donde vivir es un hecho agradecido pero, exigiendose a vivirla en la que manera que uno gusta se vuelve tortuosa. Es llanto, amor, alegria, una disciplina. En muchos casos egoísmo.

Vivimos en una sociedad, donde en la hora de amar, actuamos muchas de las pocas veces de la necesidad propia y pocas veces en común.

Pero una vez me sentí así.

Aún, en este presente, tenerte enfrente luego de tanto tiempo. No sé si actuar, huir o aferrarme como nunca logré hacerlo...

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