𝙘𝙖𝙥𝙞𝙩𝙪𝙡𝙤 𝙪𝙣𝙤.

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ɪ ɴ ғ ʟ ᴜ ᴇ ɴ ᴄ ɪ ᴀ
𝖈𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖚𝖓𝖔: el principio de todo.

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El boliche al que Miranda y sus amigos solían ir los fines de semana estaba explotado de gente esa noche. Uno de los chicos del grupo, Dogo, les permitió entrar a todos gratis porque era un día de festejo. Camila, la DJ elegida para esa noche, pasaba los temas favoritos de Miranda como una forma de alargarla y el bartender le hacía llegar tragos gratis a pedido del dueño, que conocía de antemano quien era la familia de la chica.

Lo que todos estaban festejando esta noche, con tragos de por medio y tandas de baile descoordinadas, era que la persona más joven del grupo, Miranda, acababa de recibirse de su carrera universitaria ese mismo día. Después de cuatro años de luchas, sacrificios y muchísimas noches sin dormir y sin salir para poder estudiar, Miranda podía considerarse oficialmente una Licenciada en diseño de Modas. Y, como para defender su título de alguna manera, en ese momento tenía puesto un vestido que ella misma se dignó a diseñar y confeccionar con sus propias manos.

Hacía más de media hora que había perdido a su grupo de amigos, pero poco le interesó buscarlos porque se chocó con un hombre un poco más grande que ella en la puerta del baño y en forma de compensación él la invitó a tomar un trago y después de un rato se pusieron a bailar juntos. Se llamaba Abel y definitivamente cumplía con todos los estándares que Miranda deseaba en un hombre.

Le susurraba cosas al oído y se pegaba a ella para bailar, la rubia estaba chocha con el hombre. La verdad que era una buena manera de arrancar su nueva vida.

─Todavía no me contaste qué hace una chica tan linda como vos acá sola un viernes a la noche. ─Le habló un poco más fuerte para que se escuche sobre la música, mientras le acariciaba una mejilla. Sintió escalofríos con el contacto de la mano fría con anillos de Abel y su mejilla caliente.

─No vine sola, estoy con mis amigos.

─¿Y los dejaste para quedarte conmigo?

Miranda sonrió de oreja a oreja y se puso derecha: ─Y, por un bombón como vos, dejo a cualquiera.

El hombre asintió, complacido por la respuesta, y sin esperar más tiempo, se acercó a ella y la besó. El beso no duro mucho, de hecho, a Miranda le hubiera encantado quedarse un poco más, y podía confirmar que Abel sabía lo que hacía. Acarició los brazos del hombre para confirmar que sí hacía ejercicio y se autofelicitó por tener buen gusto en los hombres. Finalmente se separó.

─Me vas a tener que disculpar, pero mis amigos me deben estar buscando. ─Sonrió apenada, acomodando su cabello. Abel alzó las cejas y volvió a apoyarse en la barra.

𝙞𝙣𝙛𝙡𝙪𝙚𝙣𝙘𝙞𝙖; buenos chicos.Where stories live. Discover now