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Entre tropezones logra llegar al baño, lo primero que ve es su reflejo en uno de los muchos espejos en el baño de damas. Su cabello se encuentra desordenado, o por lo menos ella puede notarlo fácilmente. Su rostro está colorado, sobre todo en la zona de sus mejillas. Y sus labios... Dios, ¿Por qué tardaba tanto escogiendo el labial que usaría aquel día si terminaría de esa forma? Manchando sus comisuras.

Hinata suspira de forma temblorosa al abrir el grifo y mojar sus manos, el frío del agua le ayudaba al menos un poco a dejar de sentir ese calor sofocante que le subía hasta la cabeza y viajaba por todo su cuerpo.

Moja la parte trasera de su cuello mientras cierra sus ojos y suspira. Ante todo, lo que necesitaba era calmarse. Debía hacerlo si no quería quedar en evidencia con sus propios compañeros de trabajo, si no quería quedar frente a ellos como la basura en que se había convertido.

Siente sus ojos picar cuando recuerda los sucesos de hace apenas unos minutos. La verdad es que no creyó tener tan poca voluntad, ser tan débil. Todas las mañanas se repetía que no debía caer en los encantos de ese hombre, que aunque era el hombre que amaba, no era suyo. Ni ella de él... aunque aquello sería una total mentira, porque aunque Naruto no fuera suyo, ella lo era de palabra, de cuerpo y alma. Era tan suya, que incluso ahora, siendo él el esposo de otra mujer, no podía dejar de soñarlo, de desearlo, de amarlo profundamente.

Suspira cerrado sus ojos mientras sus dedos viajan hasta sus labios. Su mandíbula se tensa cuando recuerda sus manos aferradas a su cuerpo, a su cintura, a su cuello, a su mentón. Cómo sus dedos acariciaron cada zona de su piel con tal lentitud, que para Hinata fue una tortura exquisita. Sus labios... podía sentir todavía ese hormigueo bailando entre su boca, el calor ajeno, sus cuerpos juntos y peleando entre sí por el deseo que genera el contacto entre ellos. La abstinencia de demasiados meses de lejanía. Una lejanía que Hinata impuso, negándose a seguir con algo que en el fondo le hacía daño.

Pero... nada era tan dañino como recordar sus besos, sus palabras desesperadas, llenas de... algo que ella necesitaba aún si no quería admitirlo.

«—¿Por qué te niegas? —le había preguntado en un pequeño susurro, tomándola por el cabello para tirar su cabeza hacia atrás. — No lo hagas —pide. Sus labios recorren la piel de su cuello y sus dientes tantean la zona, Hinata se estremece contra él, enterrando sus dedos dónde más pudiese.

—E-Esto está mal —apenas logra decir algo coherente. Su razonamiento está más arriba de las nubes.

—Nada está mal —Naruto niega contra la piel de su cuello, depositando pequeños besos que le hacen cerrar los ojos por la sensación. Su respiración se acelera al encontrarse directamente con esos ojos azules, brillantes, llenos de algo que sabe bien, intenta transmitirle. — Puedes decir lo que quieras pero tu cuerpo no miente».

Sentir nuevamente esa pasión con Naruto Uzumaki era algo que Hinata se había prohibido hace exactamente seis meses atrás. Medio año. Momento exacto en que Naruto contrajo matrimonio con la que fue su prometida por unas cuantas semanas. El día que él regresó de su luna de miel, casi tres semanas después, ella no siquiera lo miró a la cara. Durante todos esos días permaneció oculta bajo el trabajo, pensando en distintas estrategias para no soltarse en llanto nada más verlo. Para no gritarle cuánto lo odiaba por no haberla escogido a ella.

Naruto pudo hacerlo, pero en el fondo su ambición era mucho más grande y ella lo sabía, pero aún así creyó que podría ser diferente. Y vaya que se equivocó.

Y ahora las cosas eran mucho más difíciles para ella, porque no sólo debía ignorar al que sentía ser el amor más grande de su vida hasta ahora. Sino que también debía trabajar para él, y no solamente eso, junto a él. Ser la mano derecha del jefe, tener que compartir oficina y prácticamente estar todo el día juntos ya no parecía una idea tan buena cuando lo único que quería era lanzarse hacia él y comérselo a besos.

Eso es lo que piensa Hinata mientras arregla su atuendo, alisa su blusa, acomoda su falda y se retoca el labial dispuesta a regresar a la oficina donde el mismo hombre de siempre debe estar esperándole.

Mientras sale del baño, más repuesta que antes, se repite a sí misma que lo ocurrido no debe volver a pasar. Jamás.




capítulo cortito, primera vez que escribo una historia con esta temática así que también es nuevo para mí y espero que nos resulte jaja gracias por el apoyo que le dieron al comienzo, así que esperemos que los próximos capítulos también sean del agrado de todxs🫶

La Amante [NaruHina]Where stories live. Discover now