Su rostro se deformó totalmente, no había rastro de su sonrisa traviesa, ni de su mirada coqueta y seductora. Elías era capaz de trasmitir lava y frío en una sola mirada. Solo podía sentir escalofríos de imaginarme estando en el objetivo de sus ojos.

—¿Quieres intimidarme, fresita? —la oscuridad le hacía competencia con un vacío que te tragaba sin remordimiento. El aire a mi alrededor se hizo espeso. Juraría que podía agarrar el oxígeno con mis manos y amasarlo como masa de pan sin hornear.

Una gota de sudor corrió por mi frente, y ni siquiera tenía calor. No me había dado cuenta del momento en que empecé a sudar.

—No necesito hacerlo, me gusta matar lentamente, si te intimido saldrás corriendo con el rabo entre las piernas y aquí entre nosotros —se inclinó en la ventana y le dedicó una sonrisa gélida y cruel—, debajo de mí te verías mucho mejor.

Y todo el aire espeso se disolvió como escarcha en verano.

—¿Qué...

—...mierda? —me interrumpió Zayn detrás nuestro mientras sentía el sonido de mi cama moviéndose. Me giré y lo vi sentándose lentamente en mi cama. Parecía costarle un poco moverse. Su rostro se contraía con pequeños espasmos con cada movimiento.

Me acerqué rápidamente y lo ayudé a terminar de incorporarse. Me fijé con cuidado en las marcas de mordedura de su cuello. Lucían rojas y estaban empezando a formarse cúmulos de sangre seca, significado de que la herida estaba cerrándose. 

—¿Cómo te sientes? —le pregunté sin dejar de mirar su expresión. No lucía muy sano, pero al menos estaba consciente y sin sacudirse como pescado fuera del agua.

—Como si me hubieran inyectado diez litros de cianuro —respondió cortante.

—¿Sabes lo que se siente eso? —decidí picarlo un poco para ver si reaccionaba bien.

Y también para molestarlo, es que me encantaban sus reacciones. No iba a disculparme.

—Con esto me lo imagino. No es bonito, te lo aseguro.

Me acerqué un poco más a su rostro y lo tomé entre mis manos, él no se quejó ni puso resistencia. Seguía teniendo una tonalidad roja por la anterior fiebre. El lucía un poco mareado. Sus pupilas parecían abarcar toda la telaraña gris que conformaban sus iris. Era como mirar un agujero negro tragarse el cielo de una tormenta.

Mell entró a la habitación con su respiración agitada y su cara sudorosa. Sus ojos estaba desorbitados mientras miraba fijamente a Elías.

—¿Qu-e pa-ssa? —me impresionó muchísimo el temblor en su voz. Nunca había visto a mi hermanita nerviosa.

Me alejé de Zayn y me acerqué a ella. Lucía pálida, más de lo normal, y su mandíbula parecía tensa. No entendía esa reacción de ella ahora en estos instantes.

—¿Qué pasó? —pregunté preocupada.

—Esa es mi línea —dijo sin dejar de taladrar a Elías con la mirada. Parecía estar muy sorprendida.

Creía saber ya lo que estaba ocurriendo.

—¿Sentiste la tensión? —esto se estaba volviendo problemático. Mell siempre había sido "intuitiva" de maneras para nada naturales, pero ahora invadía nuestras mentes con demasiada facilidad, y demasiadas veces seguidas.

¿Sus poderes estarían aumentando? Ya sería lo último que faltaba.

—No pude evitarlo —respondió con culpabilidad.

—No te preocupes —le tranquilicé—. Solo, intenta no estresarte ni perder el control.

—¿Controla mentes? —maldecí internamente cuando escuché la pregunta de un anonadado Zayn detrás mío. Mierda y más mierda.

WitchbloodWhere stories live. Discover now